Wednesday, February 28, 2007

El fútbol de la Argentina


El fútbol de la Argentina. Aproximaciones desde las ciencias sociales

Entrevista a Ángel Cappa realizada por Julio D. Frydenberg y Roberto Di Giano.

Para completar la serie de entrevistas realizadas a analistas sociales para abordar distintos aspectos del fútbol de nuestro país, creímos de interés entrevistar a Angel Cappa, para que aportara un conocimiento mas vivencial de lo que sucede en la esfera futbolística, y junto con ello su capacidad reflexiva sobre la misma realidad de la que participa.

Roberto: En primer lugar queremos comentarte lo siguiente. Nosotros hace años que analizamos el fútbol y en general encontrábamos muchas resistencias en el mundo académico. Es como si no fuera digna la tarea que hacíamos, pues el fútbol era considerado un tema menor para las ciencias sociales (actualmente hemos abierto un camino pero, sinceramente, nos costó mucho al principio).

Cappa: ¡Un tema menor! Eso es terrible, si consideramos la cantidad de gente que convoca el fútbol y lo que produce socialmente.


Julio: Cuando yo gané una beca para estudiar estos temas en la UBA, y debatía acerca de por donde empezar a estudiar, a investigar, generalmente me sugerían los temas vinculados al uso del tiempo libre, del ocio y del trabajo. Pero el fútbol cruza transversalmente todo eso, porque yo me preguntaba, por ejemplo por los que dejan de ir al trabajo para ver fútbol ¿dónde los incluimos? Creo que esos cortes esquemáticos no alcanzan, no sirven para analizar el fútbol de la Argentina.

Cappa: En el mundo no sirven, porque yo he tenido también experiencias en otros países. Concretamente en la Argentina iba mucho más gente a la cancha en los años cuarenta que ahora, porque actualmente el fenómeno es más televisivo, pero antes los aficionados llenaban las canchas y curiosamente iban de traje y sombrero. (esto se puede ver en la película “Fútbol Argentino”)

Julio: Además, nosotros estamos luchando para separarnos de esa tradición que ve a los pocos que estamos trabajando en el tema como “seguidores” de Sebrelli con quien nosotros no coincidimos. En una época, eran posturas que tenían cierto predicamento.

Cappa: El último libro que hizo Sebrelli es ridículo. Dice, entre otras cosas, que el fútbol es una trampa porque consiste en engañar al adversario. ¡Pero todos los juegos consisten en eso! El ajedrez también, porque yo pongo el peón acá para que vos creas tal cosa.... Entonces él concluye que el fútbol es tramposo, y nos gusta mucho porque a los argentinos la trampa nos atrae. Creo que él quiere provocar y vender de esa manera.

En mi caso, yo tengo mi postura a partir de que soy un tipo de barrio al cual el fútbol le dio muchas cosas pero considero que el intelectual tiene que decir: vamos a estudiar el tema, y no tener prejuicios.

Julio: Yo te escuché en un reportaje en radio, en el que comentabas que el fútbol de barrio (y no sólo ocurre en el barrio, sino también en torneos entre profesionales, por ejemplo) fue permanente la expresión y exaltación de valores viriles, y a menudo violentos, contenidos en el juego. Es decir, hábitos, valores, sentimientos populares que tienen ese contenido, y que si bien podrían ser diferentes, han quedado pegados al fútbol por determinadas cuestiones que a mí me interesan. Ahora, vinculado al tema de la violencia dentro de la cancha de fútbol y la violencia fuera del fútbol; me pregunto, ¿Cómo se juega al fútbol en la Argentina? ¿Qué se juega cuando se juega al fútbol?. Es decir, si pierdo ¿me están quitando algo mucho más importante que el mero hecho de perder un partido?. Hay valores que están detrás, y que se ponen en juego de determinada manera porque se depositan en el fútbol muchas otras cosas que el mero juego. Quería conocer tu opinión con respecto a estos temas y además que nos comentes que pasa hoy con los jugadores de una plantel profesional: ¿está presente todo esto o está desteñido dentro del marco de una relación laboral?

Cappa: Decía un entrenador inglés, que ahora no recuerdo el nombre, que el fútbol no es una cuestión de vida o muerte. Es algo mucho más importante. Y es cierto, porque el fútbol le permitía y le sigue permitiendo a un tipo de un barrio tener algo que a los pobres le arrebataban desde la cuna: el orgullo. Es decir, yo a partir de una pelota de fútbol soy alguien, en el sentido profundo. Me gano así el respeto mío y el de la gente. En el barrio, el tipo más respetado era el que mejor jugaba al fútbol (por supuesto que no es un planteamiento racional, es un sentimiento compartido por todos). ¿Qué otros medios tiene para que lo reconozcan y el mismo reconocerse? ¿Qué otros valores culturales le quedan en el barrio para tener una identidad? ¡la pelota!

Entonces jugar bien tiene ese enorme significado que ahora se lo están quitando y que los mediocres creen que es romanticismo o que es para dar espectáculo ¡No! Es una cosa mucho más profunda.

Es decir, yo tengo que ganar porque ganar me confirma todo eso y además porque estoy comp¡tiendo, pero sobre todo tengo que defender esta cuestión, porque yo me siento alguien, me siento admirado si hice una gran jugada. Y yo creo que en este aspecto no es muy diferente a un pintor, a un escritor, a un actor de teatro, que si le sale bien la obra se siente gratificado.

Julio: Lo diferente es que toda la población masculina conoce el fútbol y lo ha practicado. En cambio con otras actividades creativas no sucede lo mismo...

Cappa: Bueno, sí. Me refería sólo a ese valor... en el barrio el que no jugaba al fútbol era un bicho raro (no sé ahora, a lo mejor ha cambiado). En la época mía era así. Todo el mundo tenía esa identificación y además era barato. Yo conocí el tenis cuando tenían 20 años, porque ¿cómo hace un tipo para jugar al tenis? Tiene que comprarse una raqueta. En cambio con una pelota que la hacíamos de trapo en aquel momento juntábamos veinte tipos y entonces veíamos quien la dominaba mejor. A partir de ahí hay unos códigos que se van formando dentro del barrio.

El fútbol te enseña a ser valiente, a superar el miedo a perder, el miedo a meter la pierna, a pedir la pelota. Te enseña también a mantener el equilibrio entre el éxito y el fracaso, porque vos sabes que estas caminando sobre una cornisa y que el fracaso y el éxito depende de tonterías, a veces. Entonces uno se vuelve prudente. En el fondo uno sabe que tuvo éxito ese partido pero también que pudo haber perdido, porque pegó una pelota en el poste, o resulta que le pegó mal y la pelota entró igual. Esto me parece que es fundamental. Sobre todo el respeto.

Roberto: Yo trabajé el tema de la modernización del fútbol argentino que se produjo en los inicios de la década del ´60 y hay valores que van desapareciendo y se imponen otros. El exitismo, por ejemplo, es mucho más fuerte. Yo reproduzco algo que decía el jugador Ernesto Grillo: “nosotros con Independiente nunca salimos campeones pero todo el mundo nos ovacionaba”. Pero esto se rompe bruscamente con el proceso de modernización que básicamente va a desestructurar nuestra identidad futbolística (un tema que quisiéramos charlar después con vos por que parecería que tenemos una identidad muy débil porque apenas perdemos un partido por goleada como ocurrió en el Mundial del ´58 o más recientemente con Colombia, ya creemos que no servimos para nada. Y esto lo aprovechan todos los agentes aculturados del ámbito deportivo para tratar de imponer pautas de organización y valorización de raíces exógenas)

El otro día Márcico, en una entrevista televisiva, decía que el exitismo se había convertido en un valor muy fuerte en la Argentina y que en otros países no era así...

Cappa: Pero es el capitalismo. No se salva nadie de eso. Aunque en Francia puede ser que no se dé tan fuerte. Yo no conozco tanto el fútbol francés, pero creo que tiene un tono diferente, y está un poco al margen de lo que sucede en España e Italia.

Volviendo a esos valores que generaban en el jugador el respeto que yo les decía, por ejemplo en mi caso que fui simplemente un pibe de barrio que jugaba al fútbol, cuando iba a los piringundines de Bahía Blanca a ver al polaco Goyeneche yo me sentaba un poco asustado, pero ni siquiera las coperas me molestaban, y eso era así porque yo era jugador de fútbol. Esto te lo da el fútbol y uno lo pone en juego. Ahora, vos me habías preguntado si eso lo mantiene el jugador actualmente. Sí, lo mantiene, pero lo mantiene encerrado, lo mantiene metido en un cajón porque lo han convertido en un obrero. Es decir, a partir de la industrialización masiva de los años ´60 estos argumentos también se trasladaron al fútbol, y al jugador le empiezan a quitar el placer de jugar (aquello que tan bien reflejaba la película “La clase obrera va al paraíso”: una pieza, un culo....)

Entonces se empezaron a producir jugadores en serie, y pasaron a ser lo mismo Ernesto Grillo que “José González”, ya que se tiraba a los pies, agarraba al contrario de los pelos y no lo dejaba jugar. De esta manera al jugador lo convierten en un laburante del fútbol. En líneas generales el futbolista en este proceso fue ganando cada vez más plata, y los grandes capitalistas vieron un gran negocio, con la ropa deportiva, la televisión, la radio. Los jugadores específicamente reciben más plata, pero al mismo tiempo le quitan el placer de jugar y lo alejan de esa cuestión del orgullo de la que hablamos antes, se va distanciando pero la conserva todavía en algún rincón, por lo menos en la Argentina, porque en Europa es más difícil.

Lo que lograron fue transformar a pibes de veinte años como Ronaldo o Raúl en tipos tristes, pero llenos de plata, que no saben porque están jugando. Es que lo desentienden del juego porque el técnico es el que da las órdenes y ellos tienen que obedecer. Antes no era así, el protagonista era el futbolista y el técnico, más o menos, podía ordenar, como hace por ejemplo un director de teatro pero no le va a decir al actor cuando tiene que levantar el codo para conversar. Es decir, que al futbolista lo fueron alejando de ese contenido que tenia el fútbol en décadas pasadas.

Julio: ¿Es cierta la oposición entre la concentración de varios días, el entrenamiento metódico y la falta de creatividad?. ¿Pueden coexistir o son necesariamente opuestos?

Cappa: Bueno, en realidad, el entrenamiento no tendría que oponerse a la creatividad. Depende del objetivo del entrenamiento. Si ustedes están haciendo este trabajo tienen que tener una disciplina, un método, como lo tiene que tener un pintor, un actor, etc. Ahora bien, hay que preguntarse ¿para que lo entreno yo a un jugador?, ¿para qué obedezca o para que invente?. Yo como entrenador le doy un orden, pero ¿es un orden para la libertad o para quitársela?.

En cuanto a la concentración previa al partido, en realidad sirve para alejarlo de los problemas cotidianos, y pensar solamente en el partido. Otro propósito no tiene sentido, si se van con mujeres o no, eso, prácticamente ya no existe.

Julio: ¿Y en cuanto a las concentraciones prolongadas?

Cappa: Para la pretemporada es válida porque yo durante quince días al jugador que vuelve de las vacaciones lo empiezo a controlar las comidas, el descanso. Es decir, que le voy preparando el organismo otra vez para después lanzarlos, y además tengo que formar el grupo, hablarles, conocerlos, darle un objetivo común y tratar de que los tipos se comprometan con algo.

Ahora bien, también existen tipos que los guardan para quitarles libertad. Es un objetivo que para mí no tiene sentido. Yo cuando estoy de pretemporada con los jugadores concentrados, por ejemplo, les doy dos días para que se vayan por ahí y cuando vuelven empezamos a entrenar nuevamente. A la semana lo hago otra vez. Pero siempre va a depender todo del propósito que yo tenga como conductor del grupo. En realidad, la mayoría de los casos se hace lo contrario: se entrena a los futbolistas para que obedezcan y no para que inventen.

Julio: Si bien no lo hemos analizado nosotros, pareciera que el imaginario en el exterior sobre el fútbol argentino se ha ido modificando. Y hay hechos que abonan esa idea, ya que no sólo compran básicamente a creativos. Por ejemplo, algunos sostienen que el típico jugador argentino de esta época es alguien como Simeone. Ese sería el modelo requerido desde afuera.

Cappa: Bueno, lo que sí es cierto con respecto a esto es que las aparición de las Sociedades Anónimas (y sobre todo en España) ha hecho que los presidentes de los clubes sean los dueños de los clubes. Y éste hecho los ha emborrachado de popularidad, con esa apariencia de poder que da la popularidad. Entonces compran cualquier cosa. Y además, hacen negocios de todo tipo.

Decir que el talento se equiparó con un jugador de fuerza, por llamarlo de alguna manera, es una estupidez

Roberto: Pero esto funciona en el imaginario colectivo. Precisamente hablando con un antropólogo argentino que vive en Europa (E. Archetti) y que trabaja, entre otras cosas, la temática de los imaginarios, nos relataba que, en la década del cuarenta, cuando fue de gira San Lorenzo a Europa lo vieron como una fuente de creatividad y se preguntaban cómo sería entonces el campeón -la máquina de River- que no habían visto jugar. La pregunta es si siguen viendo al fútbol argentino así o si ha cambiado esa imagen.

Cappa: Por supuesto que ha cambiado, porque el fútbol argentino tiene una sangría de doscientos jugadores por año, aproximadamente. Entonces se van los muy buenos, los buenos, y los regulares. Es decir que se va prácticamente todo el mundo. Se van jugadores que antes no se hubieran ido. Y aquí, entonces, en la Argentina juegan solamente los que están saliendo y los que están de vuelta. (Denme todos los jugadores argentinos que están por el mundo y después vemos cual es el verdadero nivel nuestro)

De allí que el imaginario está cambiando, porque los europeos se llevan a todos, no se llevan solamente a los buenos. Como me dijo un amigo español, luego de haber presenciado el partido entre Boca e Independiente: ¡el nivel del fútbol argentino está bajo!. Entonces yo le dije, “que querés si se llevan a los buenos, a los muy buenos y hasta los regulares...” “Y a algunos malos también” agregó irónicamente mi amigo.

Ahora bien, tengamos en cuenta también que los equipos grandes de Europa no se llevan en forma directa ningún jugador argentino. Pasan primero por los equipos chicos (como el caso de Redondo o Simeone).

Roberto: ¿Y porqué pasa eso?

Cappa: Es que en la Argentina no hay tiempo para afirmar un verdadero crack. Los jóvenes se quedan rápidamente sin espejos donde mirarse (el crack también es producto de la imitación). Así, se va desfigurando la identidad. Si aquí se quedaran muchos de los jugadores que se fueron al exterior cambiaría todo esto.

Además, está el periodismo que maneja toda esta historia y lo hace con los valores de la sociedad capitalista. Por ejemplo expresan: Boca ganó, entonces es el mejor; Enrique Iglesias vendió más que todos ¡es excelente!. Así no hay posibilidad de discusión. Tinelli tiene éxito con esa porquería que hace, ¿y quién le discute ese éxito? ¿Cómo haces para decirle a la sociedad que Tinelli vende todo pero a mí me importa realmente muy poco lo que hace?.

Julio: Siguiendo en esta línea. Los sectores populares seguramente también manejan algunas nociones acerca del éxito, algunas de ellas probablemente coincidan con los valores dominantes y otras no. ¿Alcanza entonces con afirmar que todo lo vinculado con el éxito tiene que ver con la sociedad capitalista? Porque si todo lo ponemos en la misma bolsa, el éxito será un valor adueñado exclusivamente por los sectores dominantes.

Cappa: No, tenés razón. Hay tipos que tiene éxito y que son valiosos, Yo siempre digo lo mismo: yo conozco muchos ganadores mediocres y algunos perdedores valiosos. Pero también hay ganadores valiosos. Serrat, por ejemplo, tiene éxito y es valioso.

Volviendo al fútbol específicamente, la gente de Racing todavía no me pegó una lata por la cabeza al salir terceros en el campeonato por que se intentó jugar bien y eso también tiene un valor en contra de ese slogan capitalista que dice que lo único que importa es ganar. Pese a salir terceros la gente gritaba “Cappa no se va”. Y eso que hicimos sólo un par de pases seguidos, porque tampoco el equipo de Racing jugó maravillosamente bien.

En cuanto a los jugadores yo tuve muchas charlas con ellos y les expliqué lo difícil que en este medio es el ser normal, que yo asocio a lo solidario, a tener un proyecto, a volver al barrio, y fijate que hace mucho tiempo que los jugadores no salen a apoyar algo como lo hicieron ahora. Que puede ser más importante que ser solidario con un técnico, porque aunque me apoyaron a mí, apoyaron más ampliamente un proyecto común. Hace rato que no sucede esto de asumir un compromiso común y eso se logró en Racing.

En Independiente, por ejemplo, a Menotti lo tendrían que haber matado si tenemos en cuenta la campaña que hicieron y sin embargo realizaron una encuesta que reflejó que un 60 % de los hinchas de Independiente quiere que siga Menotti ¿Porqué? Porque alguna vez hicieron dos pases seguidos. Entonces, es cierto que hay cosas rescatables más allá de los resultados.

Julio: Pero de la soga se puede tirar hasta un límite.

Cappa: Seguro. Esta es una competencia, se juega para ganar. Eso es lo mismo que los que dicen: vamos a organizar campeonatos infantiles, y a los pibes no los hacen jugar por los puntos. ¿Porqué? Si es una competencia, vamos a darle el carácter que le corresponde por serlo.

Quienes opinan así no tienen ideas. ¿cómo me vas a sacar a mí la posibilidad de salir primero y a otro segundo? Si se juega precisamente para eso. Ahora bien, eso sí, dale a la competencia el sentido que tiene que tener. Explicale porqué camino se llega al triunfo, es decir, jugando bien al fútbol. Por todo lo que yo te decía que significaba y no por una cuestión romántica como dicen esos periodistas mediocres que no entienden nada. Tiene que ver con defender una identidad, porque yo soy un tipo de barrio y como venía la pelota, la bajaba y la “pisaba” contra el suelo1, eso me dio la posibilidad de ser. Pero esto es más difícil de transmitir ahora.


Roberto: Siempre volvemos al tema de la identidad, la cual yo creo que está estructurada débilmente. En Europa esta cuestión es diferente porque el inglés, por ejemplo, sigue jugando igual gane o pierda. Pero aquí el primer partido que perdemos todo se pone en duda.

Cappa: Si, es así. Pero mirá a Bilardo (por poner un paradigma del fútbol resultadista) ha sido un ganador pero se lo toleró sólo porque ganó, porque cuando empata ya no se lo soporta. Es decir, que a este estilo de juego los hinchas sólo lo soportan si gana.

En cambio el otro estilo de juego es más aceptado aunque también debe ganar para afirmarse -Pekerman es mucho más querido y respetado que Bilardo, que fue campeón del mundo con la selección mayor. Sin embargo es menos respetado. Cuando va a un programa de televisión, no lo dejan hablar o hablan arriba de él. En cambio cuando habla Pekerman hay un silencio..., es que ganó defendiendo algo que todavía queda. Es como esa canción de Pablo Milanés, Restos de humedad, en Pekerman hay restos de identidad.

Julio: Yo me pregunto, cómo esa tradición del estilo “criollo” se puede vincular con lo popular porque, por ejemplo, a Menem le puede gustar el estilo que defiende Menotti. Así los gustos se cruzan con los grupos sociales, son -a veces- transversales. Entonces ¿por dónde pasa lo popular?

Roberto: Mirá, yo trabajé el diario La Nación en el año 1913. El periódico fundado por Bartolomé Mitre critica por entonces a ese jugador que está surgiendo de los sectores populares, el crack, y la estrategia para desvalorizarlo era compararlo con los jugadores ingleses que según el diario eran consecuentes, aguerridos (siempre frente a la supuesta indolencia de aquel).

Ahora bien, yo creo que ese rechazo que los diarios de la elite hacen del fútbol criollo, en los primeros años del siglo, teniendo siempre en mente el modelo deportivo inglés se va a ir modificando con los años y termina siendo aceptado y reconocido (sabemos por el trabajo de Eduardo Archetti que la revista El Gráfico en los años 30 valora con énfasis el estilo criollo)

Cappa: Pasa lo mismo que con el tango; empieza en los arrabales pero también a las clases altas le significa algo finalmente.

Julio: Yo cuestionaba esto, porque a veces las adscripciones así, automáticas a estilos y a clases sociales son engañosas.

Cappa: Pero es que tienen el origen en esos sectores sociales.

Julio: Si, y a veces, en un origen muy lejano. Cappa: Es que el fútbol si es muy popular, va empezando como todas las cosas de bien abajo, ambiguamente y poco a poco se va afinando.

Roberto: Yo lo que estoy comprobando en el periodismo escrito es que históricamente hay una constante. Me refiero a ese estereotipo del jugador indolente, el vago, que es censurado en ciertos períodos más fuertemente.

Cappa: Los que fueron cracks a primer nivel, nunca fueron indolentes: ni Pontoni, Martino o Grillo lo fueron. Willington, por ejemplo, fue un indolente pero no llegó a ser nunca lo que fue Grillo.

Roberto: Pero yo me refiero a la imagen que crean los medios de comunicación Cappa: Hay una anécdota del flaco Menotti que describe muy bien esto. En la cancha de Boca -y jugando para Boca-, el flaco se tira a los pies de un tipo, cosa que él nunca hacía. Los hinchas de Boca lo aplauden y sale en la tapa del El Gráfico cuando era una revista de mucho prestigio.

Cuando Menotti va a Rosario y el kiosquero que era amigo de él de toda la vida no le da bola... entonces, le pregunta, ¿qué te pasa, viejo?. El kiosquero le responde: “Dale, ahora vos también te tirás a los pies”. Es decir, que consideraba que Menotti hubiera traicionado todos los valores.

El tipo que entrenaba mucho era considerado, en la época mía, cuando yo empecé a jugar, negativamente. Para ser buen jugador había que ser atorrante, tener las medias caídas. Sólo los burros entrenaban mucho. Había que decir: yo no entreno (me duele la rodilla), mirá qué vivo, qué piola. Es que esos valores también estaban en el barrio.

Es decir, que era algo que estaba en el ambiente, pero los cracks nunca fueron indolentes.

Julio: El clima, la exigencia de la competencia inhibe al indolente para acceder a cierto nivel, ¿no es así?

Cappa: Si, por supuesto, en cualquier época.

Roberto: Pero yo, vuelvo a insistir, hablo de la imagen que crean los medios...

Cappa: Pero en la realidad esto no ocurre, nunca hubo un crack que fuera indolente.

Roberto: Esta bien, pero esta muy metido ese imaginario de los tipos que no corren, esa imagen es fuerte todavía.

Cappa: Es cierto. Ahora, por ejemplo, se lo dicen a Latorre. Personas que hablan de más como Lalín, dijo que hay que prepararlo físicamente luego del empate con River y siete días atrás en la cancha de Vélez había sido la figura de la cancha. Es decir que en una semana, supuestamente, perdió el estado físico. ¡Es una cosa de locos!

Roberto: Y el jugador también termina repitiendo lo mismo, porque yo lo escuché a Capria ayer diciendo que ahora juega mejor porque está bien físicamente. Ahora, yo no creo que lo de él sea un problema exclusivamente físico porque Maradona con veinte kilos de más, los tiros libres te los metía en un ángulo. Posiblemente sea más un problema psicológico.

Cappa: Lo que pasa es que el jugador empieza a decir lo que quieren escuchar, es la forma de sacarse de encima a los periodistas. Ahora bien, es verdad que los jugadores geniales nunca han tenido continuidad en el juego. Son jugadores de apariciones, porque no se puede ser genial a cada rato, sino el partido terminaría 28 a 0. Le sale una genialidad cada tanto, pero cuando las hace te gana el partido.

Julio: Cambiando de tema, Roberto Perfumo, en su libro “Jugar al Fútbol”, hace una especie de sumario de los valores que deberían tener -o tienen- los jugadores de fútbol. Afirma que el jugador debe ser violento, rudo, malo, entre otras cosas.

Cappa: Mirá, yo le diría a Perfumo lo siguiente: ¿sabés cuántos más malos y violentos que vos conocí en mi ciudad?, setenta. Pero vos no eras Perfumo por eso, sino porque jugabas bien. Además no era ni malo ni violento, lo que tenía Roberto era un gran sentido competitivo.

Una vez me dijo un cubano: cómo era posible que le hablara a los jugadores de fútbol de la honestidad deportiva si por ahí en un corner le metían un codazo y le hacían un gol. Bueno, en un corner vos también tenés que meter el codo, que vas a hacer. La competencia es así, no vas a ser deshonesto por eso. Eso sí que lo tenía Perfumo, pero no era “el mariscal” por esto, sino porque era un crack.

Hagamos un repaso de los grandes futbolistas argentinos siguiendo esta lógica. El menos malo que yo conocí en mi vida dentro de un campo de juego fue Bochini. Otro tipo buenísimo dentro de la cancha era Maradona (nunca le pegó una patada a nadie, ni siquiera ponía el codo). Entonces, ¿cuál es el sentido de ser malo? ¡Hay que ser bueno!

Extraído de Educación Física y Deportes - Revista Digital - Diciembre de 2000

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