Yo creo que el futbolista argentino está marcado históricamente por un amor incomparable: el que siente por la pelota. No es casual que Alfredo Di Stéfano le haya hecho un monumento con aquellas ya famosas palabras, «gracias vieja», porque ése es el sentir de todos los argentinos que alguna vez jugaron al fútbol aunque sea en el potrero de su barrio. Adolfo Pedernera, otro grande de la historia futbolística argentina, lo dice en un libro de memorias que escribió: «Viví y sigo sumando años enamorado de la pelota de fútbol; todavía sufro al no poder entrar en contacto con ella», confesaba ya de mayor.
La pelota, para los pibes pobres de los barrios argentinos, es el hilo conductor que los ata a la vida. Con una pelota ganan el respeto propio y el ajeno, tan difícil de encontrar en la calle. Conocen el orgullo y pueden crear algo que les pertenece en propiedad exclusiva. Roberto Perfumo, un crack de los años 60-70, explica que la pelota suele ser «el primer juguete y por lo tanto está incorporado a nuestro ser, a nuestro mundo interno, como la teta de la madre, la cara del padre, el chupete, la cuna, el dolor de dientes...».
La pelota, en Argentina, además de servir de entretenimiento y de ofrecer una alegría única, rescata de la nada a todos los niños pobres, les da identidad. También los acerca a la belleza y a ese sentimiento de plenitud que produce. Dominar la pelota como nadie y ser jugador de fútbol es un mismo sueño, que comparten desde siempre todos los niños argentinos. «A mí dame una pelota y me divierto y protesto y quiero ganar y quiero jugar bien», dice Maradona en su reciente libro, y agrega, en una hermosísima declaración de amor a la pelota: «donde uno se divierte es adentro de la cancha, con la pelota. Eso hacíamos en Fiorito (su barrio porteño) y eso mismo hice siempre, aunque estuviera jugando en Wembley o en el Maracaná con 100.000 personas».
El amor a la pelota y el orgullo de ser jugador acompañan siempre a los futbolistas argentinos, que establecen con esos sentimientos un compromiso inquebrantable. Cuanto más difícil es el desafío más fuerte es el compromiso. «Hace mucho comprendí que jugar al fútbol me gusta más que escribir», dice el humorista y escritor argentino Roberto Fontanarrosa. Y ése es un deseo que no se traiciona nunca. Por eso el jugador argentino es garantía de personalidad, más allá de sus condiciones. Lo podrá hacer mejor o peor, pero siempre se puede contar con él.
Sunday, February 18, 2007
La clave es la pelota
Extraído del diario El Mundo (España) - 12 de febrero de 2001
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