Monday, March 26, 2007

No hay arte sin disciplina

Una comparación a las evoluciones de Johan Sotil y Jefferson Farfán.

Tanto Jefferson Farfán, incisivo, directo, como el 'Cholito' Sotil, improvisador, brillante, son productos de la tierra. Tienen todas las virtudes y también muchos de los defectos que heredaron de la historia del fútbol peruano. Ambos son hábiles, rápidos en tramos cortos, gambeteadores, con instinto de gol, poco apegados a cuestiones tácticas. Juegan más por inspiración que por conocimientos. Al 'Cholito' lo descubrí en los entrenamientos, cuando lo acercaron al primer equipo junto a otros prometedores juveniles. Jugaba de volante entonces y a los pocos minutos del primer partido de práctica, 'Fatiga' Russo me pregunta: "¿Te fijaste en ese pibe?". "Si, claro", le contesté, "¿qué te parece?". "Me parece que es delantero", me dijo 'Fatiga' con esa precisión que tiene para definir jugadores. Lo hicimos jugar de delantero por afuera y entonces comprobamos claramente que se trataba de alguien distinto. A Jefferson lo sufrí en la primera final del campeonato del 2002. Ese día, en el Monumental, jugó junto a Aguirre y fueron una amenaza permanente por rápidos, pícaros y atrevidos.

En Trujillo, la segunda final, entró en el segundo tiempo y a los pocos minutos lo echaron porque no pudo contener la tensión. Y yo viví mucho más tranquilo el resto del partido. Cuando me fui de Perú dejando ese formidable equipo de la 'U' que jamás olvidaré, lo hice con una pena extra: no poder acompañar el crecimiento de Sotil al que yo suponía un futuro espléndido.

Pero casi inmediatamente el 'Cholito' desapareció de los lugares de privilegio del fútbol peruano hasta ahora mismo, que reapareció en Alianza. Yo creo que la diferencia entre ambos jugadores está en la mentalidad. Farfán puso toda su voluntad para llegar al primer nivel mundial, y triunfó en un medio tan distinto como el holandés. El 'Cholito' quedó enredado en las trampas que la sociedad y el éxito tienen preparadas desde siempre. Jefferson Farfán le agregó disciplina a la inspiración y pudo lucir su arte en los mejores escenarios. No pierdo la esperanza de que el 'Cholito' pueda esta vez gambetear también a las dificultades y recupere el tiempo perdido.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 26 de marzo de 2007

Sunday, March 25, 2007

Cappa descartado para dirigir al Universitario

"Descartemos a Oblitas, Reynoso, Cappa, Alfaro... ninguno de los nombres publicados en los diversos diarios son atinados. Además, es posible que Edgar Ospina continúe hasta el final del Apertura, eso lo estamos evaluando. Tampoco es cierto que Nunes vuelva como encargado de las divisiones menores", afirmó Jaime León Pallet en representación de la renovada comisión de fútbol del club Universitario de Perú, al diario La República.

Thursday, March 22, 2007

Una gran carta bajo la Cappa

Su apellido es por ahora un misterio. Su nacionalidad, una incógnita escrita en mayúsculas. Lo cierto es que la reciente directiva de Universitario continúa a la búsqueda del nuevo técnico que liderará el soñado período de "la restauración crema".

El perfil, la trayectoria y el palmarés del estratega son los aspectos de mayor discusión en el seno de la flamante directriz.
Ayer por la noche, el electo presidente Gino Pinasco se reunió nuevamente con Jaime León Pallete y Juan Carlos Noli, y un viejo conocido se sumó a la larga lista de candidatos. Se trata del argentino Ángel Cappa, que en el 2002 catapultó a Universitario al título del Apertura, el último trofeo que guardan los cremas en su oxidada vitrina. Actualmente, Cappa radica en España, donde oficia de comentarista deportivo en una radio madridista. Sin embargo, su capacidad para manejar grupos, su buena química con la prensa y su imperecedera identificación con la "U" posibilitarían su retorno a Ate.

Extraído del diario Líbero (Perú) - 22 de marzo de 2007

Monday, March 19, 2007

Un lateral de toda la cancha


El brasileño Alves es un marcador distinto: primero ataca y después defiende

Dicen que Renato Cesarini, uno de los primeros entrenadores argentinos en manejar conceptos, le preguntó un día a uno de sus laterales un tanto díscolo: "¿Sabe usted por qué lo pongo de lateral?". Y como el jugador se quedó mudo por la sorpresa, respondió él mismo: "porque ellos juegan con 'wines'". Bien, los 'wines' o punteros, salvo excepciones, han desaparecido, como tantas otras especies que nos hacían la vida un poco más feliz, pero los laterales siguen existiendo y aunque no tengan ya marcas fijas, se ocupan de los que pasan por ahí. Algunos, inclusive, tienen tiempo para sumarse a la circulación de la pelota y de tanto en tanto aparecer en zonas de ataque para dar una mano. No es el caso de Daniel Alves, el brasileño que juega de lateral derecho en el Sevilla, el equipo revelación del fútbol español. Es el único de estos tiempos que juega al revés. Es decir, primero ataca y después defiende. Hace las dos cosas tan bien, que recuerdo a pocos futbolistas en su puesto que hayan tenido tanta importancia en el funcionamiento de sus equipos.

Alves es un actor sin libreto que cumple sus obligaciones desde la libertad. Aparece por cualquier lugar en cualquier momento. No puede atarse a táctica alguna, pero ningún entrenador debe alarmarse porque hace los deberes con la misma eficacia que los prolijos y los prudentes, solo que excede su rol y desborda cualquier planificación previa.

Técnicamente tiene las virtudes que la historia de los grandes laterales brasileños de toda la vida le fueron legando, como una herencia espléndida que él se encarga de cuidar y mejorar. Es veloz físicamente y rápido mentalmente. Lleva la pelota atada al pie y gambetea con una facilidad asombrosa. En la zona de definición tira paredes con la precisión de un dibujante y le agrega a todo esto un disparo potente. También tira las faltas, pero, claro, esa es una virtud obvia tratándose de un jugador brasileño.

¿Y cuando el Sevilla pierde la pelota?, se preguntará usted lógicamente: ¿dónde queda Alves? Le digo que en la misma moto que subió, baja a recuperar el espacio abandonado. Frente al Barcelona, recientemente en Sevilla, fue decisivo a la hora de definir el partido en favor de su equipo, pero de paso --fíjese bien lo que le digo-- anuló a Messi. Es decir, no fue Messi su preocupación principal. Jugó con el mismo desorden de siempre y le sobró tiempo para borrar del partido a uno de los jugadores más desequilibrantes del mundo. Seguro que hoy Cesarini le diría a uno de sus delanteros: "¿sabe por qué lo pongo de 'win'? Porque Alves juega de lateral".

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 19 de marzo de 2007


Monday, March 12, 2007

Un clásico para aplaudir


Barza y Madrid se pusieron a jugar como en el barrio y nos regalaron un partidazo

No es frecuente, pero a veces ocurre. Los jugadores rompen las ataduras tácticas, se liberan de presiones psicológicas y juegan. Se animan a jugar. Se buscan, tiran paredes, no les importa gambetear en zonas peligrosas, y van hacia el arco contrario como un imperativo impostergable. Y cuando eso sucede y hay grandes jugadores en la cancha, sale un partido formidable, lleno de emoción, vibrante, entretenido y con decenas de jugadas para el recuerdo. Cuando los jugadores juegan, el fútbol recobra su grandeza y nos sentimos muy cerca de algo parecido a la felicidad.

El Barcelona y el Madrid rompieron todos los pronósticos y, de paso, todos los tópicos acerca de los clásicos. Se suele decir y aceptar que los clásicos son partidos trabados, duros y tácticos, donde el gol, si llega, lo hace sin estar invitado. Este fue diferente. Los jugadores se quitaron los trajes de profesionales y se pusieron la ropa amateur para jugar como en el barrio. Y entonces aparecieron Iniesta y Xavi tocando y buscando socios en todas partes, y Guti del otro lado festejando su partido 300 en el Madrid, interpretando todo su repertorio de pases y toques elegantes, y Ronaldinho abandonando su carril para ir a buscar aventuras al lado de Messi, y Van Nistelrooy e Higuaín abrieron la cancha inteligentemente, y Messi inventó en cada caso una gambeta distinta y un gol memorable. Hasta los arqueros pusieron manos salvadoras y ahogaron el grito de gol.

En fin, como si se hubieran puesto de acuerdo para, por una vez, hacer lo que todos deseamos que hagan. Decía Antonio Machado que a él se le olvidaba casi todo y que solo le quedaba la emoción de las cosas. A mí también, y por eso hablé, sobre todo, de la emoción que dejó el partido. Pero detrás de la emoción hubo algunos detalles. Tácticamente el Barza dio la enorme ventaja de jugar con tres en el fondo, un sistema que requiere de hábitos que no ajustó todavía. Por ejemplo, la presencia permanente de volantes laterales que ayuden a cubrir espacios en las bandas, y que el volante central se meta en el fondo cuando el rival ataca por afuera. Que los tres del fondo achiquen cuando su equipo tiene la pelota adelante.

El Madrid, cuando iba en ventaja en el marcador, retrocedía y cedía terreno en lugar de rematar el partido. Tampoco defendió bien, porque no se escalonaron en el fondo y nadie ejerció de volante tapón. Pero quién se acuerda hoy de esos detalles tácticos. Quién no está recordando las gambetas de Messi, los goles, las notables atajadas, los toques, las paredes que tiraron. Fue un gran partido de fútbol y hay que disfrutarlo. No sabemos cuándo se puede volver a repetir...

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 12 de marzo de 2007

Thursday, March 8, 2007

El discreto encanto de Iniesta


Con la misma naturalidad que usted o yo vamos al quiosco de la esquina a comprar el diario, Andrés Iniesta juega al fútbol. El volante del Barcelona lo hace tan bien que parece tener el partido en la cabeza antes de jugarlo. Es como si lo supiera de antemano y lo va desarrollando con la precisión de un relojero y la belleza de un artista. Y como conoce todos los secretos del juego, le da igual jugar por el medio, por la izquierda y hasta de puntero derecho, como lo ha hecho algunas veces.

Iniesta asegura la pelota en el inicio y, con la paciencia de un sabio, toca y toca hasta que aparecen los espacios que aprovecha regalando una pelota de gol o presentándose donde menos lo esperan. Además, y como si fuera poco, tiene gol, y como siempre prevé la siguiente jugada, es un excelente recuperador. No exagero si digo que es uno de los mejores volantes del mundo.

La naturaleza le dio casi todo para jugar al fútbol: inteligencia, precisión, habilidad, talento. Sin embargo, le negó lo que el fútbol atlético y musculoso de moda admira con más devoción: un físico atlético y musculoso. Él se encarga de demostrar una y otra vez que en este juego el talento es mucho más valioso y práctico que el físico y que las neuronas son más fuertes que los músculos. Pero no hay caso. No termina de convencer y siempre le están buscando algún inconveniente.

Dicen, por ejemplo, que no recupera porque sus recuperaciones son más bien anticipaciones y no producto de la lucha cuerpo a cuerpo. Por astuto gana casi siempre las pelotas divididas, pero como es más fácil advertir la fuerza que la astucia, no se dan cuenta.

Maneja los tiempos con solvencia y por eso impone el ritmo del partido. Acelera o frena la jugada cuando es debido y utiliza la pausa para ser más rápido. Como todos los grandes enarbola uno de los conceptos básicos: el engaño. Anuncia una cosa para hacer otra y se aprovecha del desconcierto de los rivales para habilitar a sus compañeros libres de obstáculos.

Iniesta tiene siempre en mente una jugada titular y otra suplente, de modo que resulta dificilísimo verlo perder una pelota. Según mi criterio, el talento es saber elegir. El jugador tiene siempre dos o tres opciones. Si elige bien, es talentoso, si elige mal, no tiene remedio. Iniesta no solo elige bien, sino que lo hace con tanta naturalidad que hasta parece fácil. Póngale atención la próxima vez que lo vea, y disfrute, que no es cosa de todos los días.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 5 de marzo de 2007



Bienvenido, Chemo


Algunos jugadores son entrenadores después de jugar para seguir ligados al fútbol, porque no pueden o no saben vivir sin él, porque lo quieren demasiado y porque siguen necesitando la pelota. Pero, lamentablemente, son muy pocos los que realmente están capacitados para la nueva profesión que inician. Uno juega al fútbol porque le sale y después lo piensa y a veces lo entiende. Este juego empieza por los pies y no siempre sigue en la cabeza.

Como me dijo un amigo, en muchos equipos los jugadores se pasan la pelota unos a otros, pero no saben por qué. No son pocos los jugadores que nunca se interesan por el juego. Les alcanza con lo que traen de la cuna. Por eso cuando ejercen de entrenadores les resulta un oficio demasiado complicado. Porque tienen que pensar el juego, descubrir secretos que nunca les preocuparon, tener una idea, al menos, sobre tácticas y sistemas.

Chemo del Solar pertenece al grupo minoritario de los que, aun siendo jugadores, se interesan por ver muchos partidos, por entender el juego, por conocer diferentes maneras de jugar y de entrenar. Yo creo que Chemo empezó a ser entrenador desde su etapa de jugador, porque siempre intentó desvelar la intimidad del fútbol. No se limitaba a jugar. Cuando lo tuve en algunos de mis equipos, muchas veces durante un partido, me bastaba un gesto o una mirada para que entendiera qué le quería decir y qué había que hacer.

Conversé con él por primera vez en Chile, donde lo fui a buscar para llevármelo al Tenerife. Él jugaba por entonces en la U. Católica, que ahora entrena. Y entonces descubrí su fuerte y definida personalidad, virtud imprescindible para conducir y liderar un grupo de jugadores. Siempre sintió el fútbol como amateur, por eso fue un gran profesional jugando y lo sigue siendo ahora, entrenando. Hace poco nos vimos en Madrid. Hablamos de fútbol sin parar, como de costumbre, y me comentó muchos aspectos de su trabajo en Sporting Cristal. Lo noté entusiasmado. Se lo veía disfrutando de su nueva profesión. Debo decir que no me sorprendió su exitoso comienzo y tampoco que ahora le vaya tan bien en Chile. Le tocará ganar y perder, como a todos, pero allí donde le toque estar defenderá el fútbol con vocación e inteligencia. Tuvo muchos y prestigiosos entrenadores en su trayectoria como jugador y seguramente por su sentido crítico habrá sacado lo más provechoso de cada uno. Inclusive me aventuro a decir que de algunos aprendió lo que nunca se debe hacer. Es una suerte que tipos como Chemo estén en el oficio.

Aunque un poco tarde, quiero darle públicamente la bienvenida y desearle suerte, que aun a los mejores no les viene nada mal.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 26 de febrero de 2007

Inspiración y conocimiento

El fútbol es inspiración y conocimiento. Para jugar como profesional -salvo que uno sea Maradona- sólo con lo primero no alcanza. Hay que conocer el juego para rendir al máximo.

Ronaldinho, por ejemplo, es mucho más inspiración que conocimiento y por eso, cuando las luces no le brillan como de costumbre, le cuesta tener actuaciones aceptables. Este tipo de jugadores o deslumbran en sus tardes gloriosas llenándonos de asombro o, en rachas desafortunadas, desaparecen del escenario dejándonos perplejos.

Decía el gran basquetbolista Michael Jordan que muy difícilmente un habilidoso sin los conceptos básicos del juego puede lograr toda la importancia que se le reclama. Estos jugadores tendrían que admitir que a la inspiración no se la puede esperar como un hecho mágico. A la inspiración hay que merecerla. ¿Y cómo se la merece? Interviniendo en el juego colectivo. Tomando parte desde lo simple. Tocar y mostrarse. Cosa que no suele hacer Ronaldinho cuando se le fugan las musas. Al contrario. Se empeña en hacer una jugada más complicada que otra y termina chocando sin poder gambetear ni al más torpe de los marcadores. Se convierte en un generador de contragolpes para el rival, porque vive esperando el momento genial. Se olvida del equipo. Justamente él, que tantas veces lo salva en partidos imposibles con goles memorables o jugadas irrepetibles.

Pero no se puede depender siempre de la inspiración. Ya lo enseñó Pelé -entre otros grandes- que en muchos partidos era tan simple que hacía dudar de su genialidad y, de pronto, en el momento preciso, frotaba la lámpara y aparecían los milagros.

Se nace con determinadas condiciones, es cierto, pero también al fútbol hay que aprenderlo a jugar. Inclusive genios como Ronaldinho.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 19 de febrero de 2007

El desorden es Real

El Madrid es víctima de su propio desorden general que empieza en los despachos de su junta directiva y termina en el terreno de juego. No tiene proyecto alguno o, peor aun, salta de un proyecto a otro improvisando apresuradamente y desvelando una desorientación llamativa.

Un equipo de fútbol necesita el respaldo de una institución organizada y firme con una idea clara para aguantar sin consecuencias los malos momentos y avanzar en los buenos. Si es al revés, si es el equipo el que tiene que ir sacando las papas del fuego con resultados, la situación no solo es seria, sino que tiene un futuro poco alentador.

En el Real Madrid todo es inestable y provisional y, para colmo, contrató a un entrenador cuya idea de fútbol no responde a la identidad del club, ni a su historia ni a su prestigio, y que solo es admisible en la victoria. Por eso las derrotas duelen más. El equipo no tiene grandeza futbolística, que es lo que reclama su hinchada acostumbrada a triunfos estupendos y a jugadores exquisitos. No soporta el juego raquítico de este momento y traga con dificultad los vaivenes de sus dirigentes. En los últimos tiempos son habituales las órdenes contradictorias que requieren una rectificación de urgencia. El mal se agudiza si el club, como el Madrid en este caso, maneja mucho dinero porque los desatinos se traducen en un derroche sorprendente. Todo empezó con un presidente -Florentino Pérez- que confundió las leyes del mercado con los córners y la emoción con el negocio. Cometió el grave error de creer que un club es igual a una empresa y transformó a los jugadores en estrellas mediáticas de un proyecto recaudador tipo Hollywood.

El estrépito del derrumbe de semejante despropósito todavía se escucha, y los que lo sucedieron no aciertan a poner cada cosa en su lugar. Futbolísticamente tampoco tiene un orden apropiado y vacila entre el pelotazo y la aventura individual. El resultado es lamentable, a pesar de algunos triunfos que sirven para soñar con algún milagro.

Nadie sabe si el Madrid podrá ganar algún título este año, pero lo que todos sabemos es que en estas circunstancias lo que no podrá es jugar bien.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 12 de febrero de 2007

La pelota como incordio

Hoy cuesta encontrar un equipo en el que dar tres pases seguidos sea una norma.

En una de las habituales discusiones sobre el fútbol moderno y el antiguo, le preguntaron a Ángel Tulio Zoff, veterano entrenador argentino, qué opinaba. "Lo más antiguo que conozco en el fútbol es la pelota y sigue siendo lo más importante". Era, diría yo, después de ver el nivel actual del fútbol español, para no hablar del italiano, donde hace muchos años que este juego dejó de interesar.

Si exceptuamos al Barcelona, que aunque haya perdido algo del esplendor de años anteriores todavía intenta mantener el estilo, cuesta encontrar otro equipo en el que dar tres pases seguidos sea una norma, o al menos una buena costumbre. Tendríamos que irnos a Inglaterra para disfrutar con el Manchester United y especialmente con el Arsenal, equipos que hacen del toque un hábito indispensable.

En el fútbol español los equipos se preparan para luchar. Jugar es una palabra que sugiere frivolidad y ya sabemos que el negocio no admite aventuras. Pero resulta que el fútbol "es orden para la aventura", como alguna vez lo definió el 'Flaco' Menotti.

Sin embargo la palabra que sí admite el negocio es una que hasta hace muy poco tiempo no pertenecía al repertorio de este grandioso entretenimiento: sufrir. "Si sufrimos podemos ganar", "tenemos que aprender a sufrir", etc. Son las frases más usadas por jugadores y entrenadores que han olvidado por completo el amor incondicional que en otros tiempos le profesaban a la pelota. Como no se juega, se lucha, la pelota ha dejado de tener la importancia de la que hablaba Zoff para convertirse en un incordio, en un elemento perturbador. Les incomoda ese objeto redondo y saltarín al que habría que tratar con cariño como nos aconsejaban de pibes, y que ahora cuanto más lejos lo mandemos mejor para el orden táctico que es lo único que les preocupa. Por eso juegan mal. No solamente por eso, pero particularmente por eso. El buen juego no es una frivolidad o una concesión a la galería. Es simplemente el camino más corto y más bonito para lograr el objetivo que todos perseguimos: ganar. Pero claro, ¿cómo hacemos para jugar si no queremos la pelota?

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 5 de febrero de 2007