Sunday, February 18, 2007

La falta de conceptos básicos

Tal vez porque se juegan demasiados partidos, quizá porque los entrenadores están cada vez más sometidos a la presión de la urgencia o posiblemente porque el fútbol, enredado como está en las leyes del mercado, abandonó los conceptos que lo nutrían desde el origen, pero lo cierto es que se juega mal y que esta primera vuelta no fue una excepción. Si repasamos algunos fundamentos lo comprobaremos.

Corre el que lleva la pelota y los demás miran, justo al revés de lo que debe ser. En la salida, los del fondo achican hacia adelante clausurando la opción de volver atrás para dar la vuelta. Es decir, que el equipo que tiene la pelota se encierra solo. La mayoría de los jugadores no miran el partido para entenderlo, sólo miran la pelota y por eso no ven nada. No hay pausa y por eso tampoco sorpresa.

Se choca casi permanentemente. No se respetan las velocidades que exige cada zona. Se interrumpe el juego permanentemente porque se apela a la falta directamente, sin preocupación por recuperar la pelota. Se defiende en cualquier lugar, sin saber dónde, ni cuándo. La presión no está organizada y depende del esfuerzo más que de la inteligencia, por eso quedan espacios muy grandes entre los defensores y los volantes.

No hay toque con criterio. Cuando se toca, se prestan la pelota unos a otros hasta conseguir un espacio para meter un pelotazo largo. Desapareció la referencia en el medio, porque ya no interesa armar la jugada, sino forzarla. De ahí que se vean demasiados intentos individuales de los más hábiles para pasar por donde no se puede. Hay dos volantes centrales que se utilizan para la lucha más que para jugar. También pasó al olvido el enganche, aquel jugador que da sentido de gol al toque: Laudrup, por ejemplo.

En definitiva, el juego perdió engaño. Se suele hacer lo que se anuncia y por eso valen más la fuerza y la velocidad que el talento. Es un problema del fútbol mundial, especialmente en Italia, que por razones mediáticas, es, lamentablemente, el modelo. No se trata de la disyuntiva equivocada entre el fútbol práctico o dar espectáculo. Jugar bien o mal es el asunto. El espectáculo está implícito en el buen fútbol, que más que ningún otro busca ganar. Queda la segunda vuelta, y la esperanza que nunca se pierde.

Extraído del diario El Mundo (España) - 24 de enero de 2001

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