Sunday, February 18, 2007

Ser entrenador


Curioso oficio este de entrenador de fútbol. Desde luego es mucho menos importante en cuanto a influencia y trascendencia que la que le otorgan los medios de comunicación. Se suele decir el equipo de Fulano o Mengano, colocando su nombre por encima y antes que el de los jugadores, y eso es, sencillamente, faltar a la verdad. No es el entrenador más importante que los jugadores y los verdaderamente buenos, inclusive, tendrían que pasar desapercibidos, como los buenos maestros que según el pedagogo brasileño Paulo Freire son los que no enseñan nada, los que sugieren, ayudan a pensar, los que hacen que los alumnos descubran por su cuenta, y los que finalmente terminan siendo anónimos porque el alumno no sabe si lo que aprendió se lo enseñó el maestro o lo descubrió él por su cuenta.

En otras palabras, el mejor entrenador es el que le da todo el protagonismo del juego a los que realmente son sus protagonistas: los jugadores. Pero resulta que la sociedad en que vivimos lo convierte todo en un producto de consumo y ese producto se vende mejor a través de individuos, alguien con quien los clientes se identifiquen. Por eso el entrenador de fútbol recibe elogios desmesurados cuando su equipo gana y es el culpable inmediato cuando le toca perder. Algunos directivos y cierto periodismo han encontrado en el entrenador la pieza de recambio exacta para desviar y aplacar iras en un caso y cambiar el producto para mejorar la venta, en otros. Se sabe que mejor se vende en la victoria que en la derrota y en todo caso en los extremos, que la mesura no tiene mercado.

Curioso oficio, decía, porque de todos modos el entrenador tiene un papel importante dentro de un equipo de fútbol y, si bien se le atribuyen méritos desproporcionados en la victoria, cierto es que en caso de incapacidad manifiesta puede perjudicar seriamente al conjunto, y en algunas ocasiones hasta ser capaz de hacer jugar mal a los que juegan bien.

Lo primero que tiene que saber un entrenador es de fútbol, cosa no demasiado frecuente a pesar de lo obvio que parece. Generalmente se especializan en técnicas o en sistemas y se alejan del juego como tal. Desconocen la intimidad del fútbol por aplicarse en dibujar esquemas en laboriosas pizarras. Cuando digo saber de fútbol quiero decir saber de jugadores de fútbol, distinguir los buenos de los mediocres y conocer a fondo a cada uno para corregir sus defectos y mejorar sus virtudes, ayudarlos a crecer en otras palabras.

También tendrá que tener una idea clara de qué es el fútbol y qué significa para los jugadores y la gente, para no traicionar sentimientos y emociones con la equivocada pretensión de ganar practicidad.

Finalmente hacerse merecedor de la condición de líder que le impusieron, para conducir la plantilla en equilibrio, eludiendo los desánimos en los malos momentos y evitando el atontamiento de la euforia en los triunfos.

Saber disfrutar de cada entrenamiento y de cada partido y transmitir esa alegría propia de un juego tan hermoso y tan cargado de presiones, intereses y urgencias tan innecesarias como estúpidas.

Extraído del diario El Mundo (España) - 14 de octubre de 1996

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