Saturday, June 27, 2009

Defendiendo a Ángel Cappa de sí mismo

Estimado Angel: lo conozco mucho y usted también me conoce. Hemos hablado muchas veces. Algunas más largas, como en Lima o en Madrid, otras, nos hemos saludado con amigos en común. Sé muy bien lo que siente por el fútbol, cómo le gusta el fútbol que amamos los que creemos en él como hecho estético, y cómo no se puede aislar al fenómeno deportivo de lo que ocurre en la sociedad. Como en todo en la vida, uno adopta posiciones aunque, como bien sabe usted, apareció ya hace tiempo un enorme grupo de individuos que dice sostener banderas de "progresismo" aunque sólo sea de pico, y luego en los hechos es todo lo contrario. Eso, Angel, usted lo sabe bien, ocurre en el fútbol, como en el periodismo, o en otros ámbitos.

Entiendo también su pasión. Me pasa lo mismo que a usted y no tiene que ver con aquella canción del autodidacta tucumano Palito Ortega. Entiendo que usted haya dejado tantas ocupaciones en Madrid, y hasta una interesante columna en un diario deportivo, por regresar a su país, el mismo que hace tres décadas lo persiguió, para dirigir un equipo (Huracán), al que usted ama, y seguro que cobrando mucho menos dinero del que percibía en España.


Usted me preguntará, o el lector se interrogará, entonces, para qué escribir esta columna. Lo hago, si usted Angel pudiera leerme, para pedirle, en nombre de los que seguimos el mismo fútbol que usted defiende, el de Huracán, el que ha vuelto a utilizar el sentido común en torneos sin sentido, como los argentinos, el que ha vuelto a poner la silla al lado de la mesa, el velador al lado de la cama, el inodoro en el baño, que por favor no se justifique.


No necesita usted, Angel, decir en ninguna entrevista que juega para ganar. Ya lo sabemos y usted también sabe que eso es de Perogrullo. Que no se hace deporte de competencia y menos que menos profesional, si no es para ganar.


Espero, Angel, que usted no sienta que necesita decirlo para que lo dejen trabajar en paz. Para que no le caiga encima el monopolio, que busca desesperadamente y a cada instante a Ricardo Caruso Lombardi (que desde ya que está realizando un buen trabajo ordenando a un Racing muy complejo y pobre de recursos), pero que la única forma que tiene de darle un espacio a usted, es tratando de llevarlo a su molino, como cuando usted dice que "allá otros con sus ideas, a mí no me molesta el debate".


Angel, no hace falta que usted venda que es democrático, que acepta otros discursos. Lo es, siempre lo fue. No hace falta declamar lo que ya se es, salvo que sea para que otros nos crean que somos así. Pero no tiene por qué aclarar lo que usted piensa cuando sostiene, con absoluta razón, que el fútbol argentino siempre tuvo un estilo, y que éste fue quebrado con el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía en 1967, y que ahí terminó de comenzar el "fútbol-trampa" que ya se avecinaba cuando regresamos de aquella derrota en el Mundial de Suecia en 1958, cuando pocos repararon en que no habíamos llevado a aquel torneo nada menos que a Maschio, Angelillo, Sívori y Di Stéfano y la industria del espectáculo encontró el resquicio justo para comenzar a tratar de copiar a los europeos y su disciplina industrial.

Qué lejos llegaron.....y usted, como pocos, sabe bien que ese no es un debate serio, Angel. La línea trazada por aquel Estudiantes no pasa por "cómo ganar" solamente, sino que coloca a los que no ganan en una posición de "tontos" o "perdedores" ante la viveza criolla del "todo vale" que tanto dañó a los argentinos. Hoy, y usted lo sabe bien porque vivió años en Europa, el mismo jugador que en Buenos Aires, Rosario o Córdoba se revuelca por minutos en el suelo quejándose, es el mismo que luego se incorpora inmediatamente en Londres, Madrid o París luego de recibir una falta. Hoy, se utiliza el miserable "doble cinco" en el medio, tan sólo para seguir alimentando el verso del defensivismo en detrimento del espectáculo y para seguir generando esquemas conservadores insólitamente apoyados por el monopolio que sigue sin darse cuenta de que un día perderá la gallina de los huevos de oro. Y usted, que juega con un solo cinco (Bolatti), como siempre se jugó en la Argentina, lo sabe bien. Y sabe que en todo caso, el debate pasa por "cómo jugando mejor" o, le aumento la apuesta, estimado Angel, "cómo brillar más aún que el adversario", como se plantean Manuel Pellegrini, Arsene Wenger, Alex Fergusson, Pep Guardiola, y hasta Redknapp, si me deja.


Las vías para llegar al gol son todas válidas si se plantean honestamente, Angel. El tema es qué queremos para el fútbol. ¿Es sólo ganar y con eso contentaremos a los espectadores?, ¿o es que también hay que agradarlos con buen juego, con todo el arte posible? ¿Por dónde pasa nuestro respeto por ellos?


Sé que es difícil, Angel. Claro que es difícil. Sostener un fútbol ofensivo, de toque, con un esquema "antiguo", que tanto esplendor le dio al fútbol argentino, y con un bajo presupuesto en su club, es complicado porque si no gana, todo se le vendrá encima y usted lo sabe, en esta mediocre argentina, en la que el mejor comentarista televisivo es un ex jugador (Diego Latorre), en la que se ha perdido la noción de juego, no habrá muchos dispuestos a defenderlo y se lo defenestrará a la primera de cambio. A menos, como noto preocupado que comienza a ocurrir, usted trate de decirle al monopolio que no está en la vereda de enfrente para preservarse.


Le pido que recapacite, que no lo haga. Que se juegue. Seguro, Angel, que usted leyó aquel poema de Mario Benedetti. Por eso, yo también le pido que no se salve, y que no se justifique ante quien no debe. Usted, créame Angel, no lo necesita.

Por Sergio Levinsky

Fuente: El Potrero - www.elpotrero.com.ar

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