El Madrid es víctima de su propio desorden general que empieza en los despachos de su junta directiva y termina en el terreno de juego. No tiene proyecto alguno o, peor aun, salta de un proyecto a otro improvisando apresuradamente y desvelando una desorientación llamativa.
Un equipo de fútbol necesita el respaldo de una institución organizada y firme con una idea clara para aguantar sin consecuencias los malos momentos y avanzar en los buenos. Si es al revés, si es el equipo el que tiene que ir sacando las papas del fuego con resultados, la situación no solo es seria, sino que tiene un futuro poco alentador.
En el Real Madrid todo es inestable y provisional y, para colmo, contrató a un entrenador cuya idea de fútbol no responde a la identidad del club, ni a su historia ni a su prestigio, y que solo es admisible en la victoria. Por eso las derrotas duelen más. El equipo no tiene grandeza futbolística, que es lo que reclama su hinchada acostumbrada a triunfos estupendos y a jugadores exquisitos. No soporta el juego raquítico de este momento y traga con dificultad los vaivenes de sus dirigentes. En los últimos tiempos son habituales las órdenes contradictorias que requieren una rectificación de urgencia. El mal se agudiza si el club, como el Madrid en este caso, maneja mucho dinero porque los desatinos se traducen en un derroche sorprendente. Todo empezó con un presidente -Florentino Pérez- que confundió las leyes del mercado con los córners y la emoción con el negocio. Cometió el grave error de creer que un club es igual a una empresa y transformó a los jugadores en estrellas mediáticas de un proyecto recaudador tipo Hollywood.
El estrépito del derrumbe de semejante despropósito todavía se escucha, y los que lo sucedieron no aciertan a poner cada cosa en su lugar. Futbolísticamente tampoco tiene un orden apropiado y vacila entre el pelotazo y la aventura individual. El resultado es lamentable, a pesar de algunos triunfos que sirven para soñar con algún milagro.
Nadie sabe si el Madrid podrá ganar algún título este año, pero lo que todos sabemos es que en estas circunstancias lo que no podrá es jugar bien.
Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 12 de febrero de 2007
Un equipo de fútbol necesita el respaldo de una institución organizada y firme con una idea clara para aguantar sin consecuencias los malos momentos y avanzar en los buenos. Si es al revés, si es el equipo el que tiene que ir sacando las papas del fuego con resultados, la situación no solo es seria, sino que tiene un futuro poco alentador.
En el Real Madrid todo es inestable y provisional y, para colmo, contrató a un entrenador cuya idea de fútbol no responde a la identidad del club, ni a su historia ni a su prestigio, y que solo es admisible en la victoria. Por eso las derrotas duelen más. El equipo no tiene grandeza futbolística, que es lo que reclama su hinchada acostumbrada a triunfos estupendos y a jugadores exquisitos. No soporta el juego raquítico de este momento y traga con dificultad los vaivenes de sus dirigentes. En los últimos tiempos son habituales las órdenes contradictorias que requieren una rectificación de urgencia. El mal se agudiza si el club, como el Madrid en este caso, maneja mucho dinero porque los desatinos se traducen en un derroche sorprendente. Todo empezó con un presidente -Florentino Pérez- que confundió las leyes del mercado con los córners y la emoción con el negocio. Cometió el grave error de creer que un club es igual a una empresa y transformó a los jugadores en estrellas mediáticas de un proyecto recaudador tipo Hollywood.
El estrépito del derrumbe de semejante despropósito todavía se escucha, y los que lo sucedieron no aciertan a poner cada cosa en su lugar. Futbolísticamente tampoco tiene un orden apropiado y vacila entre el pelotazo y la aventura individual. El resultado es lamentable, a pesar de algunos triunfos que sirven para soñar con algún milagro.
Nadie sabe si el Madrid podrá ganar algún título este año, pero lo que todos sabemos es que en estas circunstancias lo que no podrá es jugar bien.
Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 12 de febrero de 2007
No comments:
Post a Comment