Cualquier proyecto futbolístico que pretenda lograr su objetivo tiene que empezar por un compromiso. Y yo veo a los jugadores de la selección peruana muy comprometidos con el equipo. Nadie se guarda nada, todos dan lo mejor de sí para que las cosas empiecen a funcionar. Hay un gran entusiasmo, lo cual es una muy buena noticia, pero tal vez excesivo a tal punto que no deja lugar a la pausa. No hay tiempo para pensar. Finalmente se convierte el juego en algo confuso y embarullado, en un derroche de energía. No podemos olvidar que se trata del comienzo de la construcción de un equipo y por eso mismo es hora de análisis y paciencia.
Lo primero que yo advierto en el equipo de Chemo es que hay muy poca inventiva y, por lo tanto, escasa claridad. Es decir, Perú no tiene el toque elegante y efectivo que es parte de su propio estilo y que toda selección debe respetar como principio básico. Se quiere llegar cuanto antes al arco contrario y se ataca desde cualquier lugar. Es como un boxeador que tira trompadas sin parar. Termina cansado, bajando la guardia y a merced de su rival. En la zona de gestación se toca para encontrar un espacio, para distraer anunciando una cosa para hacer otra. Eso es lo que, a primera vista, todavía le falta a Perú. Entonces los delanteros quedan desasistidos. Les llegan muy pocas pelotas favorables. Casi todo es muy exigido. Y como se pierde rápidamente la pelota, al equipo le cuesta más organizarse. Nunca está cómodo. Siempre juega al límite.
Desde mi punto de vista, y con todo respeto para mi amigo Chemo, es imprescindible encontrar un volante de contención que sea el eje del equipo. De todos los que he visto el que mejor cumple esa función es Bazalar. Recorre los caminos adecuados, y es inteligente en la distribución. Posiblemente tenerlo en el plantel sirva de modelo para ir haciendo a otro jugador más joven. También se nota la ausencia de un enganche más participativo para dar criterio y profundidad al toque. Que haga jugar a los demás y sea capaz de habilitar a los delanteros con inteligencia y oportunismo. Los volantes de afuera: Solano y Vargas, juegan demasiado aferrados a sus carriles. Son necesarias sus proyecciones para tocar, atacar o defender, cerrar o abrir la cancha cuando el juego lo requiera, aparecer por donde no los están esperando. Además --según mi opinión-- hasta ahora los laterales no han sido muy firmes en la marca y tampoco aportan juego arriba con la frecuencia deseada, o mejor dicho en los momentos más oportunos. Claro que la línea de fondo en general todavía no ha coordinado lo suficiente y siente la falta de un volante tapón que le dé una mano y colabore con ellos para salir jugando y también a la hora de defender. Todas cosas que --como digo-- hay que ir analizando y corrigiendo, mejorando, y que solo se consiguen con serenidad y paciencia. Sobre todo de parte de la prensa y los dirigentes, para crear un clima de tranquilidad y confianza. No se puede pensar y decidir desde la urgencia y en un entorno histérico. Perú tiene la oportunidad de iniciar por fin un camino, su propio camino. Tiene los jugadores y el entrenador adecuados. Es cuestión de tiempo. Estoy seguro de que Chemo terminará haciendo un gran equipo para alegría de todos.
Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 22 de octubre de 2007
Lo primero que yo advierto en el equipo de Chemo es que hay muy poca inventiva y, por lo tanto, escasa claridad. Es decir, Perú no tiene el toque elegante y efectivo que es parte de su propio estilo y que toda selección debe respetar como principio básico. Se quiere llegar cuanto antes al arco contrario y se ataca desde cualquier lugar. Es como un boxeador que tira trompadas sin parar. Termina cansado, bajando la guardia y a merced de su rival. En la zona de gestación se toca para encontrar un espacio, para distraer anunciando una cosa para hacer otra. Eso es lo que, a primera vista, todavía le falta a Perú. Entonces los delanteros quedan desasistidos. Les llegan muy pocas pelotas favorables. Casi todo es muy exigido. Y como se pierde rápidamente la pelota, al equipo le cuesta más organizarse. Nunca está cómodo. Siempre juega al límite.
Desde mi punto de vista, y con todo respeto para mi amigo Chemo, es imprescindible encontrar un volante de contención que sea el eje del equipo. De todos los que he visto el que mejor cumple esa función es Bazalar. Recorre los caminos adecuados, y es inteligente en la distribución. Posiblemente tenerlo en el plantel sirva de modelo para ir haciendo a otro jugador más joven. También se nota la ausencia de un enganche más participativo para dar criterio y profundidad al toque. Que haga jugar a los demás y sea capaz de habilitar a los delanteros con inteligencia y oportunismo. Los volantes de afuera: Solano y Vargas, juegan demasiado aferrados a sus carriles. Son necesarias sus proyecciones para tocar, atacar o defender, cerrar o abrir la cancha cuando el juego lo requiera, aparecer por donde no los están esperando. Además --según mi opinión-- hasta ahora los laterales no han sido muy firmes en la marca y tampoco aportan juego arriba con la frecuencia deseada, o mejor dicho en los momentos más oportunos. Claro que la línea de fondo en general todavía no ha coordinado lo suficiente y siente la falta de un volante tapón que le dé una mano y colabore con ellos para salir jugando y también a la hora de defender. Todas cosas que --como digo-- hay que ir analizando y corrigiendo, mejorando, y que solo se consiguen con serenidad y paciencia. Sobre todo de parte de la prensa y los dirigentes, para crear un clima de tranquilidad y confianza. No se puede pensar y decidir desde la urgencia y en un entorno histérico. Perú tiene la oportunidad de iniciar por fin un camino, su propio camino. Tiene los jugadores y el entrenador adecuados. Es cuestión de tiempo. Estoy seguro de que Chemo terminará haciendo un gran equipo para alegría de todos.
Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 22 de octubre de 2007
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