Sunday, November 25, 2007

Gorosito: "El principio de jugar bien no se negocia"

Fragmento de una entrevista realizada a Néstor Gorosito, director técnico, publicada por el Diario Clarín el día lunes 19 de mayo de 2003

"Hay dos formas de jugar: se juega bien o se juega mal", define. Y se ríe de lo que caracteriza como un mito del fútbol vernáculo. "Acá se cree que si querés jugar fútbol ofensivo tenés que tener un tatuaje del Che Guevara en el brazo, hacer asados, leer a Marx y no trabajar. Y no entienden que para jugar bien hay que trabajar mucho más. En relevos, en coberturas, en variantes, en tener mucho volumen de juego. Cuando formás un equipo ofensivo, el trabajo es mayor que cuando contraatacás".

A partir de la bandera que enarboló toda su vida, Néstor Raúl Gorosito profundiza en su identidad como entrenador. También en su manual, ése que emplea en este Chicago que prioriza el buen juego, la prolijidad, la pelota al pie y la búsqueda constante en ataque. Y con esas armas quiere ganarle al descenso.

- Pipo, ¿es posible evitar el descenso jugando bien?
- Claro que se puede mantener la categoría jugando bien; no tengas dudas. Y la satisfacción será doble, porque estoy convencido de que jugando de esta forma ni siquiera iremos a la Promoción. Yo entiendo que lo primero que quiere el hincha es zafar, pero nosotros preferimos hacerlo a partir de una idea de juego y de trabajo clara, definida, y no colgándonos del travesaño. No quiero ser soberbio ni pedante ni decir que tengo la verdad absoluta. Porque está claro que muchos técnicos salieron campeones con distintos sistemas, o que otros se salvaron del descenso con una concepción muy diferente a la mía. Nosotros, simplemente, siempre proponemos jugar, al margen de que a veces nos sale bien y a veces, mal. Es muy difícil que el que vaya a ver a Chicago salga defraudado.

- ¿Cuál es tu modelo como DT?
- Saqué cosas de Pedernera, de Pando, de Griguol, de Veira, de la simplicidad del Coco Basile, de Bilardo, de la capacidad de síntesis de Fernando Carvallo. Y un resumen de todo es Pellegrini. Manuel tiene un poquito de cada uno; planifica todo muy bien. Me gustan los tipos que te dejan algo, que te hacen pensar, que tiran una frase valiosa aunque no la compartas. Yo veo una nota de Menotti, de Valdano, de Cappa, y me la devoro.

Friday, November 16, 2007

Los ángeles de Fábregas

De las muchas discusiones caprichosas y vacías que genera el fútbol, la que más se repite históricamente es la que plantea la disyuntiva entre jugar bien o ganar. Y es inútil apelar a solidos argumentos o recurrir a datos irrefutables para demostrar que se trata de una cosa y la otra al mismo tiempo. No obstante de vez en cuando aparece algún equipo que junta la belleza con la eficacia y entonces los contendientes hacen una pausa. Unos embelesados admirando su juego, y otros rendidos ante la evidencia. En este momento es el Arsenal el que nos convoca a una fiesta de los sentidos y la razón cada vez que juega. Claro que la emoción de los que sostienen cosas como "fútbol directo", "equipo práctico", "hay que luchar", "hay que sufrir" etc, es menor o en todo caso contenida y sólo admiten la realidad porque los resultados acompañan.¿Qué les habrá pasado para que hayan perdido la capacidad de disfrutar de lo que supuestamente alguna vez les gustó?.

El Arsenal empieza por asumir el riesgo que significa jugar. El miedo a perder hace que casi todo el mundo apueste por lo seguro y trate de evitar el riesgo, y por lo tanto el juego. La preparación del futbolista tendría que estar dirigida a asumir ese riesgo con las mayores garantías posibles, y no a evitarlo con infinitas prohibiciones. En el Arsenal todo el mundo se anima a jugar y considera el error como una posibilidad, no como una tragedia. Los jugadores disfrutan y nos hacen disfrutar. Cuando el Arsenal sale a la cancha lo hace dispuesto a respetar todos los conceptos básicos de este juego. A ser fiel a sus fundamentos, a honrar de ese modo a tantos grandes jugadores y equipos que nos dejaron esta hermosa herencia.

Los ángeles de Fábregas tocan y se mueven, tiran paredes, se juntan para no regalar espacios y achican hacia adelante para recuperar antes, y aunque tienen el gol entre ceja y ceja no se apresuran, quizá porque les gusta mucho la pelota o tal vez porque esperan el momento oportuno con la paciencia de los que saben que las prisas en fútbol sólo sirven para chocar. Y el gol, cuando llega, se parece tanto a una obra de arte que hasta Picasso podría firmarlo. Arsene Wenger, el creador de esta orquesta, además de ganar hace algo muy importante por todos nosotros: "defender la alegría, defenderla de la ajada miseria y de los miserables", como dice Mario Benedetti.

Ángel Cappa para Marca - 15 de noviembre de 2007

Monday, November 12, 2007

Mercantilización del deporte

"Y el aburrimiento es el que gana en esos encuentros en los que el miedo a perder lleva a reducir riesgos, a desterrar la inspiración liberada de los esquemas preestablecidos por los entrenadores. En suma, a obedecer". Si a usted le parece que este comentario pertenece a muchos de los partidos de fútbol que vemos habitualmente, se equivoca. Corresponde al rugby y es parte de un artículo ("Rugby Circus") que escribió Alain Garrigou, profesor de Ciencia Política de la Universidad de París-Nanterre, y que publica "Le Monde Diplomatique".

Garrigou habla de las consecuencias perjudiciales de la lógica del dinero aplicada al deporte, y en particular al rugby. "La influencia de la economía en el juego es tan estrecha --dice-- que las reglas del rugby se han modificado para hacer los partidos más legibles (más telegénicos) y por ende, más accesibles a los profanos". Es la misma respuesta que me dio un realizador de televisión, aquí en España, cuando le pregunté por el motivo de hacer de un partido de fútbol un espectáculo de gestos atléticos, primeros planos de sudor y músculos, repeticiones incesantes de jugadas intrascendentes y caras famosas de los palcos y plateas. "Para tener más audiencia", me confesó sin rubor. Más clientes, diría yo, para los anunciantes. Es decir, el criterio comercial es el que define todo.

El negocio exige permanentemente el más alto rendimiento y la preparación de los jugadores (de fútbol, de rugby y de lo que sea) está más destinada a lo físico que a lo técnico, a lo táctico que a incentivar la creatividad.

El resultado es que, salvo excepciones, se juega peor y se corre cada vez más. Por otra parte, nunca como ahora el uso de estimulantes prohibidos, el dopaje en una palabra, ha estado tan bajo sospecha. Nunca como ahora se han jugado tantas competencias, tantos partidos, con la presencia permanente de la televisión.

Nunca como ahora el negocio ha recogido tantos beneficios económicos. Las preguntas son: ¿Cómo hacemos para evitarlo? ¿Cómo encontramos un equilibrio donde el criterio deportivo sea el predominante? ¿Cómo recuperamos el placer de jugar y la libertad de hacerlo? ¿Cómo mantener la ilusión sin parecer estúpido?

Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 12 de noviembre de 2007

Monday, November 5, 2007

Largo romance con las redes

Efectivamente, han pasado 13 años desde el día en que Raúl apareció en el fútbol grande para escribir una página de su historia y quedar para siempre en el corazón de todos.

Debutó en el Real Madrid, donde yo trabajaba por entonces, frente al Zaragoza en esa ciudad. Perdimos 3-2 y él falló dos goles después de gambetear al arquero. Tenía 17 años, era flaquito y ponía cara de malo, seguramente para ganarse el respeto de los defensores rivales, ya que su aspecto no lo ayudaba mucho en ese sentido. Sin embargo tenía, siendo tan joven, una marcada personalidad y una convicción absoluta sobre su futuro.

No había que analizarlo por partes porque se corría el peligro de no mirarlo bien. No era muy hábil, tampoco le pegaba bien a la pelota, ni era un cabeceador notable. Sin embargo, en la zona de definición aparecían todas sus excepcionales virtudes. Allí surgían sus gambetas inverosímiles, sus amagues recién inventados, sus chanfles de lujo y sus cabezazos tremendos. Es que, como todos los goleadores, cuando huele a gol sufre una metamorfosis a lo Kafka y se convierte en una mezcla de Kempes y Romario, para llegar a la red de mil formas diferentes.

Siempre hizo goles y los seguirá haciendo porque esa es una condición natural que nunca se pierde. Por alguna razón incomprensible, en los últimos tres años lo pusieron de volante y recibió críticas feroces e injustas. Es como si a un pez lo sacaran del agua y lo pusieran a cazar ratones, para después decir que no tiene nada de gato.

Aquel día del debut, al finalizar el partido y en el mismo vestuario, tuve la infeliz idea de ir a consolarlo. "No tenés por qué apenarte", le dije, "hiciste lo que debías. Mala suerte". Todavía estoy arrepentido porque Raúl me miró como diciendo: "¿De qué me está hablando este tipo?". Lo único que le disgustaba era que habíamos perdido. Por lo demás estaba tan seguro como siempre. Hace poco estuve con él, charlando de fútbol y lo vi con el mismo entusiasmo y la misma alegría por jugar de siempre. Me fui contento y me sentí afortunado por haber asistido al nacimiento de un jugador histórico. Y, aunque inmerecidamente, también orgulloso.

Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 5 de noviembre de 2007

El 'Kun' y la ciencia

Cuando en su primer clásico, frente al Real Madrid en el Bernabéu, el 'Kun' Agüero intentó la sutileza de un sombrero ante Casillas casi al final del partido que perdió su equipo, el Atlético de Madrid, le cayó el mundo encima. Las críticas fueron las habituales en estos casos, referidas a la obligación de acudir a lo seguro y no arriesgar en otro tipo de acciones más vistosas.

Y como también es habitual en estos casos, las críticas estaban basadas en la ignorancia y el miedo. Ignorancia de las cualidades de Agüero y la relación entre la genialidad y la eficacia, y el miedo al riesgo que el fútbol actual lleva marcado como una seña de identidad.

El 'Kun' Agüero es un jugador de apariciones, es decir juega a golpe de inspiración. No es un jugador que intervenga permanentemente. Y como no se puede ser genial en cada balón que se toca, a veces su aporte no es tan brillante como se espera. No obstante está aprendiendo cosas. Nos olvidamos con frecuencia que se trata de un chico de 19 años que está en pleno proceso de aprendizaje, aunque el periodismo, tan ávido de ídolos que ayuden a vender más, lo haya presentado en España como una estrella consolidada.

Decía que está aprendiendo, por ejemplo, a ganarse un espacio para recibir libre. Cuando llegó, jugaba de espaldas a la portería contraria con un rival soplándole la nuca, y le resultaba mucho más difícil hacerse con la pelota. Ahora sus compañeros lo encuentran con más facilidad y Agüero solo necesita un metro y dos segundos para jugar con ventaja. La ventaja que le dan su enorme capacidad de improvisación, su gambeta corta, su arranque y freno en medio metro, su toque preciso e imprevisto y el gol que tiene entre ceja y ceja.

Ya no recibe críticas. Hasta los técnicos rivales dicen que verlo es como ir al museo del Prado. En los años 70 hubo una corriente cientificista que a todo lo quería medir y razonar. Igual que ahora. Pero en aquella época apareció Cruyff y les rompió los esquemas. Ahora tipos como Messi, Iniesta, Agüero, Fábregas, Rooney, entre otros muchos, vuelven a poner la ciencia en el lugar que le corresponde. Que no es el fútbol, precisamente.

Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 29 de octubre de 2007

Sunday, November 4, 2007

Con serenidad y mucha paciencia

Cualquier proyecto futbolístico que pretenda lograr su objetivo tiene que empezar por un compromiso. Y yo veo a los jugadores de la selección peruana muy comprometidos con el equipo. Nadie se guarda nada, todos dan lo mejor de sí para que las cosas empiecen a funcionar. Hay un gran entusiasmo, lo cual es una muy buena noticia, pero tal vez excesivo a tal punto que no deja lugar a la pausa. No hay tiempo para pensar. Finalmente se convierte el juego en algo confuso y embarullado, en un derroche de energía. No podemos olvidar que se trata del comienzo de la construcción de un equipo y por eso mismo es hora de análisis y paciencia.

Lo primero que yo advierto en el equipo de Chemo es que hay muy poca inventiva y, por lo tanto, escasa claridad. Es decir, Perú no tiene el toque elegante y efectivo que es parte de su propio estilo y que toda selección debe respetar como principio básico. Se quiere llegar cuanto antes al arco contrario y se ataca desde cualquier lugar. Es como un boxeador que tira trompadas sin parar. Termina cansado, bajando la guardia y a merced de su rival. En la zona de gestación se toca para encontrar un espacio, para distraer anunciando una cosa para hacer otra. Eso es lo que, a primera vista, todavía le falta a Perú. Entonces los delanteros quedan desasistidos. Les llegan muy pocas pelotas favorables. Casi todo es muy exigido. Y como se pierde rápidamente la pelota, al equipo le cuesta más organizarse. Nunca está cómodo. Siempre juega al límite.

Desde mi punto de vista, y con todo respeto para mi amigo Chemo, es imprescindible encontrar un volante de contención que sea el eje del equipo. De todos los que he visto el que mejor cumple esa función es Bazalar. Recorre los caminos adecuados, y es inteligente en la distribución. Posiblemente tenerlo en el plantel sirva de modelo para ir haciendo a otro jugador más joven. También se nota la ausencia de un enganche más participativo para dar criterio y profundidad al toque. Que haga jugar a los demás y sea capaz de habilitar a los delanteros con inteligencia y oportunismo. Los volantes de afuera: Solano y Vargas, juegan demasiado aferrados a sus carriles. Son necesarias sus proyecciones para tocar, atacar o defender, cerrar o abrir la cancha cuando el juego lo requiera, aparecer por donde no los están esperando. Además --según mi opinión-- hasta ahora los laterales no han sido muy firmes en la marca y tampoco aportan juego arriba con la frecuencia deseada, o mejor dicho en los momentos más oportunos. Claro que la línea de fondo en general todavía no ha coordinado lo suficiente y siente la falta de un volante tapón que le dé una mano y colabore con ellos para salir jugando y también a la hora de defender. Todas cosas que --como digo-- hay que ir analizando y corrigiendo, mejorando, y que solo se consiguen con serenidad y paciencia. Sobre todo de parte de la prensa y los dirigentes, para crear un clima de tranquilidad y confianza. No se puede pensar y decidir desde la urgencia y en un entorno histérico. Perú tiene la oportunidad de iniciar por fin un camino, su propio camino. Tiene los jugadores y el entrenador adecuados. Es cuestión de tiempo. Estoy seguro de que Chemo terminará haciendo un gran equipo para alegría de todos.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 22 de octubre de 2007

Los dueños de la pelota

Así como Abramovich, muchos dirigentes terminan creyéndose técnicos de sus equipos.

En el barrio el único que jugaba por imperativo de la ley del más fuerte era el dueño de la pelota. Si no, no había partido. Él era diferente. Aparecía siempre bien equipado, camiseta flamante, botines lustrados, y una pelota impecable igual a la que usaban los profesionales. Nosotros, que hacíamos milagros para conseguir una cualquiera, caíamos en la tentación y lo incluíamos en el equipo aunque no supiera jugar.

Con el tiempo, el chico diferente se desvinculó del fútbol para atender sus negocios. Cuando llegó a la cúspide del éxito, se dio cuenta de que le faltaba algo que él consideraba esencial: popularidad. Como ya no podía jugar aunque llevara la pelota, se hizo dirigente. Empezó con modestia y generosidad, hasta que un buen día se despertó distinto. Mirándose al espejo se dio cuenta de que sabía de fútbol. Mientras desayunaba entendió la lógica de la metamorfosis: el fútbol es como la gripe, pensó, y se contagia.

Se había contagiado de tanto estar con entrenadores y jugadores y ahora él también se sentía con derecho a opinar. No creyó que sabía tanto como los demás, sino mucho más que todos y entonces decidió intervenir en cuestiones del juego que hasta no hace mucho le eran totalmente ajenas.

Y casi sin darse cuenta, de tanto echar entrenadores, un día se vio haciendo alineaciones e indicando los cambios necesarios en el equipo. Contrató técnicos dóciles aprovechando la abundante oferta y cumplió su sueño dorado: ser entrenador en la sombra, aunque con las debidas filtraciones para que los periodistas se enteren y el secreto se difunda a los cuatro vientos y su ego quede satisfecho.

Ahora firma autógrafos y es reconocido por la calle y hasta no le cobran en los restaurantes. El niño diferente que jugaba porque llevaba la pelota es un hombre completamente exitoso. Este personaje tiene decenas de nombres, pero si queremos le podemos poner el último: Abramovich, el dueño del Chelsea que después de echar a Mourinho y pagarle más de 30 millones de euros de indemnización sin pestañear, asumió directamente la dirección técnica del equipo, detrás de un supuesto entrenador. ¡Viva el fútbol!

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 8 de octubre de 2007

Los sentimientos bien guardados

Hay jugadores que se rebelan ante el carácter mercantil del fútbol moderno.

Desde que el negocio identificó al fútbol como un objetivo prioritario, los valores que sustentaban al juego se tambalearon. Poco a poco el criterio comercial fue ganando terreno al deporte y hoy impone su ley de mercado casi con total aceptación. Cuando alguien afirma que ganar es lo único importante, deja de lado sentimientos y valores que en otros tiempos le hacían vivir el fútbol desde la ilusión y la alegría.

Sin embargo, no todo está perdido. Aún aparecen jugadores que desobedecen las normas del sufrimiento como el recto camino hacia el éxito, y entonces saltan los tapones de la emoción y todo el mundo vibra al compás de su talento.

España, y en realidad toda Europa, hoy vive al ritmo de las gambetas endiabladas de Messi y la imaginación goleadora de Agüero, y se queda muda de asombro ante la inteligencia atrevida de Iniesta. La realidad es que estamos poco menos que obligados a asistir en silencio al triunfo de la eficacia programada, cuando ocurre, o casual (como el último campeonato logrado por el Real Madrid), aceptando la tristeza de un fútbol intencionalmente mediocre, como una fatalidad. Nos guardamos los sentimientos hasta una mejor oportunidad, pero nunca los enterramos; siempre están a flor de piel. Nos pasa a todos y también a los jugadores.

El otro día hablé con Raúl, el delantero del Real Madrid, en una charla que publicó el diario "Marca" de España. Decía él que el fútbol "es un juego que hay que disfrutar". Y más adelante agregaba: "hay que cambiar la mentalidad: hay que salir al campo a divertirse. Pero todos, jugadores, aficionados, todos". Por supuesto, yo comparto esa manera de pensar y me parece que, finalmente, es lo que casi todos pensamos y deseamos íntimamente.

El fútbol es una fiesta que el negocio ha convertido en un modo de ganar dinero rápido, y para eso creyó necesario invertir los valores. Está en todos nosotros: jugadores, entrenadores, periodistas, público, devolver al fútbol su verdadero sentido.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 1° de octubre de 2007

Gattuso: la voluntad inteligente

El italiano aprendió de sus limitaciones y hoy es pieza clave del AC Milan y de Italia.

Se puede aprender a jugar al fútbol y hay muchos ejemplos de jugadores que empezaron siendo fieles a su torpeza natural y terminaron convirtiéndose en piezas importantes de sus equipos. Gennaro Gattuso es uno de ellos. Cuando apareció en el AC Milan era un atropellado volante defensivo que recurría permanentemente a la infracción para interrumpir el juego del adversario, ya que tenía poca capacidad para recuperar limpiamente. Con la pelota no podía hacer dos metros sin tropezarse y con mucho esfuerzo acertaba algún pase. Solo su asombrosa voluntad lo mantenía a tan alto nivel. Pero fue mejorando poco a poco, y hoy es campeón del mundo con su equipo y con su selección, y es uno de los jugadores básicos en ambos.

El reconocimiento de sus limitaciones es el primer paso para pulir defectos. Gattuso mismo declara que cuando se mira los pies les reprocha: "¡Ni una alegría me dan!". Es decir, admite que su técnica es muy justa, digámoslo así, y procura con entrenamientos mejorar en lo posible. Ese reconocimiento llevado al juego hace que no traslade, que busque rápidamente a un compañero cerca para desprenderse de la pelota y tratar de ser preciso. Además fue interpretando el juego, ya no comete tantas faltas y solo usa su desbordante energía en la disputa de la pelota, pero quita por anticipación, por conocimiento. Pone toda su fortaleza física y mental al servicio del juego de su equipo. Conoce su función y cumple su cometido. Lo hace, por otra parte, con una gran humildad, sabiendo que tiene que ganarse el lugar que conquistó en cada partido, en cada entrenamiento. La misma humildad que lo hace considerar inmerecido el dinero que gana, ya que "en un mes sumo más que mi padre en toda su vida".

La necesidad le forjó ese carácter y lo animó a aprender a toda prisa y a defender lo que ganó. A los 29 años Gattuso no solo es figura indispensable en el Milan y en la selección italiana, sino que es también uno de los personajes del fútbol mundial.

Claro que se aprende a jugar al fútbol.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 24 de septiembre de 2007

Aprender de los jugadores

Más que inventar, el entrenador debe saber recolectar lo bueno que tiene el fútbol.

Leí en alguna parte que "inventar es fácil, observar es lo importante". Sin entrar en disquisiciones filosóficas que no me corresponden, si lo aplicamos a los entrenadores de fútbol veremos cuánta razón tiene el aforismo.

Cuando Hugo Sánchez jugaba en el Real Madrid, yo me estaba preparando para este oficio, viendo entrenamientos, partidos, asistiendo a conferencias, leyendo todo lo que caía en mis manos, escuchando a entrenadores de experiencia, a jugadores y a los sabihondos de los cafés --"escuela de todas las cosas", como dice un tango de Discépolo--. Me intrigaba saber cómo hacía el formidable delantero mexicano para definir casi siempre, o siempre, a un solo toque.

Por lo tanto, fui al Bernabéu con una entrada detrás de uno de los arcos y me pasé el partido mirando solamente sus movimientos. Entonces aprendí que lo más importante que hacía era no ser referencia nunca, aparecer siempre por donde no lo estaban esperando.

Si la jugada venía por la derecha, Hugo Sánchez se desplazaba a la izquierda y viceversa, así cuando llegaba el pase estaba siempre de frente al arco y a espaldas de los defensores. Si amagaba al primer palo, de pronto cortaba y aparecía en el segundo, y al revés. En los córners o tiros libres desaparecía del amontonamiento que se produce en el medio del área, para esperar en el segundo palo, donde lo perdían de vista.

Otro grande de este juego, Romario, respondiendo a la pregunta de un periodista sobre cuál era su mayor virtud, dijo: "que no me ven". Es decir parecía ausente del juego y cuando los defensores bajaban la guardia, ocupaba el espacio inesperado y definía sorpresivamente con la genialidad que lo distinguía. Van Nistelrooy, lejos de la calidad de Sánchez y Romario, aprendió, sin embargo, a vivir en los segundos palos y se cansa de hacer goles.

Con el tiempo me di cuenta de que mucho más importante que los libros, los cursos, las conferencias y los entrenamientos de otros, es observar a los futbolistas. De todos siempre se saca algo, sin necesidad de inventar nada. Enseñar aprendiendo, ese sería el consejo.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 17 de septiembre de 2007

El fabricante de sueños


Arsene Wenger es un constructor de sueños a partir de un equipo que, en mi opinión, hace el mejor fútbol del mundo, o al menos el mejor de las principales ligas.

Wenger logró con el Arsenal de Londres la participación permanente de todos los jugadores durante los 90 minutos. Abolió la caprichosa distinción entre los que atacan y los que defienden. Todos participan en la distracción y la gestación de las jugadas y muchos, inclusive los marcadores centrales, suelen llegar a la definición. Y todos colaboran en la recuperación de la pelota, empezando por los que juegan más adelante. Naturalmente hay distintas funciones que cumplen los jugadores según sus cualidades, pero quiero decir que nadie permanece indiferente en las variadas circunstancias del juego, como si con él no fuera la cosa.

Los entrenadores somos vanidosos y siempre pensamos, cuando vemos jugar a un equipo, que nosotros lo podríamos mejorar. Bien, yo no soy una excepción en ese sentido, pero si me preguntaran qué corregiría o mejoraría en el Arsenal de Wegner, tendría que admitir que nada. Juega tal cual me gustaría que jugaran los equipos que dirijo. Toca con criterio y hace circular la pelota con velocidad porque nadie traslada, nadie juega solo. Cada jugador en posesión de la pelota dispone de 2 o 3 opciones de pase, pues sus compañeros saben ofrecerse. Cambia de frente oportunamente para despejar los caminos y achica con la línea de fondo, así el retorno es más corto cuando se pierde la pelota y no les da posibilidades de contragolpe a los rivales.

Consiguió además Arsene Wenger mantener un parecido nivel de alta calidad y entusiasmo durante los más de 10 años que lleva al frente del equipo, al que renueva con inteligencia. Llegan jugadores jóvenes casi desconocidos y los convierte en excelentes futbolistas de primer nivel, como Touré, Eboué y Fábregas, por ejemplo. El Arsenal es una promesa de felicidad en cada partido porque siempre intenta lo mejor aunque, por supuesto, no siempre lo consigue.

Wenger acaba de prolongar su contrato otros tres años, lo que nos garantiza seguir disfrutando y aprendiendo con el Arsenal.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 10 de septiembre de 2007

Insensato dinero

Desde que el negocio le quitó espacios al fútbol se invirtieron las prioridades y todo anda patas arriba. Al menos eso ocurre en España, una de las potencias futbolísticas. Antes, las pretemporadas eran programadas por los entrenadores para armar el equipo y ponerlo a punto. Los dirigentes de los grandes equipos empezaron a ver en los partidos que se organizaban con aquel fin, una ocasión de hacer dinero. Hasta aquí es normal el propósito de arrimar dinero aprovechando la preparación del equipo para la campaña venidera.

Pero sucedió que el dinero ofrecido por partido creció y resultó demasiado tentador. Entonces se dio vuelta la tortilla. Llegaron ofertas y se cambiaron objetivos. Ahora se usa al equipo para recaudar dinero y de paso, si se puede, aprovechar para ir preparándolo para la temporada. Se aceptan viajes no solo inoportunos desde el punto de vista físico, sino hasta perjudiciales. Viajes que alteran horarios, climas, comidas y que son largos y desgastantes. Todos los argumentos de los entrenadores y su comando no son tomados en cuenta. Solo se atienden los consejos del tesorero. Un millón de euros por partido confunden a cualquier presidente, inclusive los de los grandes y millonarios clubes.

"Los muchachos son jóvenes y aguantan y además cobran mucho como para quejarse", deslizan a sus allegados. Las consecuencias de futuro parecen no importar a nadie. Vaya usted a decirle a una gran empresa contaminante, que de ese modo está hipotecando el futuro de las nuevas generaciones. Lo mirarán como a un bicho raro que no entiende lo que se gana, el único valor que respetan. Más o menos pasa lo mismo en el fútbol. Pero tanto el planeta como el futbolista tienen un límite y ya empiezan a dar muestras de las agresiones sufridas. Eto'o, por ejemplo, acaba de romperse. Una lesión muscular lo tendrá parado dos meses. ¿Usted piensa que aprenderán? Yo no soy tan optimista.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 3 de septiembre de 2007

El geniecillo más reciente

El último gran Sub 17 se llama Giovanni dos Santos y ahora juega en el Barza

Dos Santos es rápido, maneja los dos perfiles y define con elegancia y eficacia.

El Barcelona tiene un estilo de juego propio, que cuida desde sus categorías inferiores. Comienza por el respeto a la pelota y continúa por el aprendizaje, en los primeros años, de un concepto elemental: el fútbol es un juego colectivo; por lo tanto, el pase es lo más importante. Es decir, sus jóvenes jugadores dominan la pelota y también dominan todos los fundamentos. Por eso, aquellos con condiciones naturales que llegan al primer equipo se integran con rapidez.

Giovanni dos Santos, mexicano con nombre italiano y apellido brasileño, fue educado futbolísticamente en esa escuela. Igual que Messi, Iniesta, Xavi, Guardiola y tantos otros excelentes jugadores. Este chico es rápido, tiene los dos perfiles, gambetea con facilidad y define con elegancia y eficacia. Además, colabora con inteligencia en la recuperación de la pelota. En otras palabras, participa siempre del juego. Nunca mira el partido.

Es que la forma de jugar que tiene el Barcelona obliga a la participación. El toque genera ese involucramiento. El pelotazo, en cambio, aísla. Es raro que una jugada que termina en Messi, Ronaldinho o el mismo Dos Santos, no se haya iniciado en la línea de fondo y continuado en la zona de gestación, hasta encontrar el espacio y la oportunidad de gol. El Barcelona juega con 'wines' desde la llegada de Cruyff, que le arrimó esa sana costumbre holandesa. Si queremos ponerle números, digamos que juega un 4-3-3. Giovanni dos Santos puede jugar en cualquiera de las dos puntas con el mismo rendimiento. Todo esto tiene una lógica, pero lo que me llama mucho la atención es el atrevimiento y la naturalidad con que juega este chico, rodeado por compañeros muy experimentados y cargados de títulos.

En eso se parece a Lionel Messi, quien desde su primer partido oficial daba la impresión de estar jugando en el jardín de su casa, sin importar que se trate de un clásico frente al Real Madrid o un partido decisivo de la Copa de Europa. Yo creo que esa seguridad se las transmite la formación que tuvieron y el estilo también, porque en vez de tener que preocuparse en obedecer complicadas instrucciones tácticas, solo tienen que pensar en jugar.

Mientras sigan apareciendo jugadores con este criterio y esta calidad, podemos seguir enamorados del fútbol.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 28 de agosto de 2007

Hoy no puedo hablar de fútbol

Ustedes sabrán comprenderme. Hoy tendría que hablar de fútbol como lo hago habitualmente en mis columnas. Pero la situación dramática que vive el Perú me impide hacerlo. Yo he vivido solo seis meses en Lima, pero fue una experiencia tan intensa y complicada, con final feliz, que resulta imposible olvidarla. En ese corto período de tiempo formé lazos muy fuertes con mucha gente. Generalmente gente humilde, hinchas de fútbol, que me expresaron su cariño y su respeto. Nunca me sentí un extraño en el Perú. Nunca me hicieron sentir un extranjero. Incluso hoy, cuando me encuentro a muchos peruanos por distintas partes del mundo, me siguen expresando su afecto. Yo me siento abrumado, porque no creo que haya motivos para eso, pero lo admito porque reconozco que hay cosas que se dan y no hay por qué buscarles explicaciones.

Esa misma gente humilde que conocí y con la cual viví momentos muy emotivos gracias al fútbol, ahora está sufriendo los efectos terribles de una catástrofe natural, un terremoto que castigó duramente a todo el país. Por eso no puedo pensar en fútbol. Menos, escribir sobre él, como es mi costumbre. Solo me animo a compartir su tristeza y su dolor. El pueblo peruano es un pueblo luchador y valeroso que saldrá de esta situación, como ya lo hizo otras veces en su larga historia. Esta herida tremenda lo marcará por varias generaciones, pero también lo unirá para salir adelante. Hoy quiero utilizar este artículo semanal para enviar un saludo solidario, un abrazo fraternal al pueblo peruano, a mis amigos. Ya habrá tiempo para seguir hablando de fútbol.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 18 de agosto de 2007

Desigualdades en el mundo del balón

¿Cuántos campeonatos nuestros se financiarían con los 400 millones de euros que se invierten en la Liga de España?

El Real Madrid pagó por Pepe, un limitado defensor brasileño que jugaba en el Oporto de Portugal, unos 30 millones de euros (nunca se sabe con exactitud el monto de estas operaciones). Y está dispuesto a pagar 90 millones más por Kaká, al que no quiere soltar el Milan. Y otros 40 por Ballack y Robben del Chelsea.

Los 20 equipos de la Primera División del fútbol español han gastado, hasta ahora, unos 400 millones de euros para reforzarse y todavía tienen tiempo hasta final de mes para engrosar esa cifra inconcebible. Pensemos un momento en nuestros países. En la no muy lejana época en que el Madrid compró el pase de Zidane, el precio que pagó era el presupuesto de Boca, River, San Lorenzo, Racing e Independiente juntos.

Es decir, lo que gastaban en un año los cinco equipos grandes del fútbol argentino. No tengo las cifras del fútbol peruano, pero pregunto: ¿Cuántos campeonatos podrían financiar los 400 millones de euros del fútbol español? ¿50? ¿100? ¿500 tal vez? (para no hablar del hambre que podría aliviar).

Supongamos que los clubes españoles no gasten más de 100 millones de euros hasta el final de este mes, y hablaremos entonces de 500 millones solo en refuerzos para esta temporada. ¿Cómo puede competir el fútbol sudamericano frente a estas cantidades desorbitadas del mundo rico? Inevitablemente nos han convertido en fábricas que abastecen con sus mejores productos los campeonatos que Europa organiza.

A nosotros nos quedan los jóvenes debutantes o los que están de vuelta. Todos los demás se van y no solo a Europa, sino también a otros mercados como México que son económicamente mucho más fuertes. Y otro detalle. Esta temporada ingresaron en Argentina, por la venta de jugadores, más de 140 millones de dólares. Y los clubes están, en su mayoría, prácticamente en quiebra.

¿Quién se lleva ese dinero? ¿Cómo lo reparten? ¿Somos pobres o nos quitan la riqueza? Díganme ahora si el fútbol no es también un reflejo de la sociedad.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 13 de agosto de 2007

Punto de partida

Chemo del Solar debería ser el líder del fútbol peruano en la ruta hacia la recuperación de su prestigio internacional.

La presencia de Chemo en la selección debería significar el punto de partida del fútbol peruano hacia la recuperación de su prestigio internacional.

Lo digo porque un entrenador de la personalidad, del conocimiento, de la experiencia europea de Chemo tendría que servir como unificador, como líder en el país para ponerse de acuerdo. No hablo solo de los directivos de la FPF, sino también de todos los dirigentes de los clubes. En el Perú no pueden seguir con lo mismo, después de tanto tiempo sin copas del mundo. Es hora de que se sienten en una mesa y entiendan que la selección tiene que ser la prioridad absoluta. Todo el fútbol peruano tiene que estar al servicio de la selección, porque es la única manera de recuperar el lugar que supo ocupar en otros tiempos. Si la selección regresa al Mundial y lo hace bien --cosa que no es difícil por los jugadores que tiene: Pizarro, Farfán, Vargas, Acasiete, Guerrero--, es indudable que todo el fútbol peruano subirá su cotización, por decirlo en términos económicos, y mejorará futbolísticamente el torneo nacional, porque aumentará su prestigio. La ecuación está ahí, al alcance de la mano.

Desde mi punto de vista, esa reunión encabezada por Chemo tiene que ser el primer paso ineludible. Según sé, a través de amigos y de la Internet, hay una suerte de consenso en su llegada y, de arranque, es positivo. Hay que darle todas las condiciones indispensables para que pueda ejercer su responsabilidad. Blindarlo, para utilizar un término que está de moda en el fútbol. Desaprovecharlo sería dar un paso atrás, dejar pasar una inmejorable oportunidad de crecer.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 6 de agosto de 2007

Ganar no lo es todo

Más allá de salir a la cancha a buscar triunfar, está el placer de jugar y hacerlo bien.

Edward G. Robinson en la película "El Rey del Juego" es el mejor jugador de póker de EE.UU. y en una partida, previa a un gran desafío por ese título honorífico, le gana a otro encumbrado pretendiente.

- Me ha ganado usted una gran suma de dinero, le dice el que acaba de perder.

- Para el verdadero jugador -responde Edward G. Robinson- el dinero no es el fin, es una herramienta.

A mí me parece -y lo he dicho muchas veces- que en fútbol ganar es una formidable excusa para jugar. En otras palabras, jugar tiene un valor distinto, pero tan valioso como el resultado.

Hace años tuve un jugador en Argentina que siempre me decía: "A mí, Ángel, sólo me vale ganar. Ganar es lo único que me importa". Hasta que un día le contesté: "Entonces, si viene ahora el presidente de la AFA y nos da la medalla de campeones y el dinero que nos corresponde, con la condición de que no participemos en el campeonato, ¿usted qué hace? ¿Se va a su casa tranquilo?". "No", me contestó, y se quedó mirándome. "Porque si es así, si no le importa jugar, usted se equivocó de oficio. A usted no le gusta el fútbol", añadí.

Y nunca más me volvió a decir aquello. El verdadero jugador, de póker, de fútbol, de básquetbol, de lo que fuere, juega porque le gusta, siente placer en hacer lo que hace. Y muchos jugarían gratis y hasta pagarían por hacerlo. Por supuesto que al jugador de póker no le gusta perder dinero, pero si se lo dan por no jugar, no lo recibirá, salvo que lo utilice para jugar en otro sitio.

Ahora bien, ¿cuántas veces escuchamos a periodistas, dirigentes, entrenadores y hasta a jugadores de fútbol decir que lo único que importa es ganar?

No discuto que ganar sea lo más importante, el objetivo que buscamos; pero no me negarán que jugar tiene también suma importancia. Su significado es mucho más profundo que el resultado, tiene que ver con nuestra identidad.

Lo cierto es que la sociedad de mercado en que vivimos convierte todo en mercancía y entiende los sentimientos como debilidades del romanticismo (por eso el escritor Mario Benedetti dijo que los sentimientos pasaron a la clandestinidad) y solo encuentra placer en el beneficio económico.

Confundimos ser con tener y terminamos sin saber qué pasa. Hay que ganar. Claro que hay que ganar, pero no permitamos que nos quiten por eso el placer de jugar.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 30 de julio de 2007

El Chemo que yo conozco

Algunos jugadores son entrenadores después de jugar para seguir ligados al fútbol, porque no pueden o no saben vivir sin él, porque lo quieren demasiado y porque siguen necesitando la pelota. Pero, lamentablemente, son muy pocos los que realmente están capacitados para la nueva profesión que inician. Uno juega al fútbol porque le sale y después lo piensa y a veces lo entiende. Este juego empieza por los pies y no siempre sigue en la cabeza.

Como me dijo un amigo, en muchos equipos los jugadores se pasan la pelota unos a otros, pero no saben por qué. No son pocos los jugadores que nunca se interesan por el juego. Les alcanza con lo que traen de la cuna. Por eso cuando ejercen de entrenadores les resulta un oficio demasiado complicado. Porque tienen que pensar el juego, descubrir secretos que nunca les preocuparon, tener una idea, al menos, sobre tácticas y sistemas.

Chemo del Solar pertenece al grupo minoritario de los que, aun siendo jugadores, se interesan por ver muchos partidos, por entender el juego, por conocer diferentes maneras de jugar y de entrenar. Yo creo que Chemo empezó a ser entrenador desde su etapa de jugador, porque siempre intentó desvelar la intimidad del fútbol. No se limitaba a jugar. Cuando lo tuve en algunos de mis equipos, muchas veces durante un partido, me bastaba un gesto o una mirada para que entendiera qué le quería decir y qué había que hacer.

Conversé con él por primera vez en Chile, donde lo fui a buscar para llevármelo al Tenerife. Él jugaba por entonces en la U. Católica, que luego entrenaría. Y entonces descubrí su fuerte y definida personalidad, virtud imprescindible para conducir y liderar un grupo de jugadores. Siempre sintió el fútbol como amateur, por eso fue un gran profesional jugando y lo sigue siendo ahora, entrenando. Hace poco nos vimos en Madrid. Hablamos de fútbol sin parar, como de costumbre, y me comentó muchos aspectos de su trabajo en Cristal. Lo noté entusiasmado.

¿De quién se tiene que cuidar Chemo ahora que es técnico de la selección, en un entorno dirigencialmente complicado como el peruano? De nadie. Él tendrá que trabajar como si todos lo apoyaran. Primero tendrá que poner condiciones para que respeten sus decisiones y a partir de ahí ir imponiendo su manera de trabajar. Necesitará el apoyo de la prensa al principio. En todo caso, Perú está convocando a un ganador y eso nunca es poco. Es una verdadera fortuna que tipos como Chemo del Solar estén en el oficio.

Aunque un poco tarde, quiero darle la bienvenida al cargo y desearle suerte, que aun a los mejores no les viene nada mal.

Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 28 de julio de 2007