Wednesday, March 19, 2008

Jugar para ser feliz

Dicen que los equipos italianos son complicados, sólidos, difíciles y prácticos. Dicen que en el fútbol actual no hay espacios. Dicen que el fútbol directo es el camino adecuado para buscar la victoria. Que el toque es ineficaz. Dicen que el sufrimiento reemplazó a la alegría en la filosofía del fútbol moderno. Dicen que hay que luchar porque con el fútbol no se puede jugar; es cosa seria.

Lo mejor de los buenos equipos de fútbol es que destruyen los tópicos más miserables con absoluta naturalidad. El Arsenal --posiblemente el equipo que mejor juega al fútbol en el mundo-- ignora todas las advertencias del miedo, pone la pelota contra el piso, alienta a sus jugadores a jugar, se propone guardar el respeto que merece la historia grande de este juego, y con el manual que escribieron los mejores del mundo, volvió a darle al Milan, en la Copa de Europa, uno de los más grandes bailes que se recuerden.

Para sorpresa de los tacticistas de la mediocridad, aparecieron espacios por todas partes, resucitaron las paredes y las gambetas, y el toque lució sus mejores galas. Los jugadores del Arsenal disfrutaban del privilegio de estar en un equipo que entiende el fútbol desde el placer de jugar. Los del Milan corrían detrás de la pelota y cuando lograban atraparla les duraba tan poco que tenían ganas de llorar o de cambiarse de camiseta.

Parecía que jugaban hombres contra niños. Y era al revés. Los hombres del Milan, tantas veces laureados merecidamente, no podían encontrarle la vuelta a un partido que gobernaban los niños del Arsenal, vestidos para la ocasión con el traje de la alegría, sin prejuicios absurdos, cobijados en los fundamentos que hacen del fútbol uno de los espectáculos más hermosos. Hace dos temporadas el Arsenal también eliminó a la Juventus, otro equipo serio y sólido, por entonces de Capello, que se comió otro paseo similar.

El Arsenal hace más de 10 años que juega con elegancia, buen gusto y eficacia. Con razón Fábregas no quiere irse de este equipo; difícilmente encontrará en cualquier otro las mismas condiciones para ser feliz. Si alguien les pregunta qué es jugar bien, háblenle del Arsenal. Jugando bien se gana, pero además qué cerca nos deja de la felicidad, ¿no?

Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 10 de marzo de 2008

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