La banalización del fútbol, promovida en casi todo el mundo desde los medios de comunicación por razones económicas, ha reemplazado conceptos básicos que permitían entender y explicar este juego, por tópicos sin sentido que mantienen el tono de superficialidad ideal para que el producto llegue a más 'clientes' y se venda mejor.
Por ejemplo, se habla de 'fútbol directo' como sinónimo de practicidad, cuando en realidad el engaño, es decir el fútbol indirecto, es la esencia no solo del fútbol sino de todos los juegos. Imaginen si no el ajedrez directo, el póker directo. Cuando un equipo tira un pelotazo largo a ver qué pasa y van los volantes a buscar un posible rechazo o la dejada de un '9' grandote, se dice que se trata de buscar 'la segunda jugada'. ¿Y cuál es la primera? ¿O llaman jugada a ese pelotazo aventurero? Si un equipo necesita imperiosamente ganar por los motivos que fueren, hablan de que hay que 'ganar como sea'.
Nadie ha explicado hasta ahora qué significa 'como sea', pero todo el mundo adhiere a ese imperativo como si supieran de qué se trata. Uno sospecha que 'como sea' quiere decir prescindiendo del buen fútbol, a los pelotazos limpios o algo así. Pero si esa fuera la fórmula más acertada para ganar, ¿por qué no utilizarla siempre? Porque en realidad siempre se trata de ganar. Si a un equipo le hacen un gol de pelota parada, es que 'no estaba concentrado', y si gana en el último minuto aunque sea de pura suerte, es que estaba 'muy concentrado'.
Encontraron en la palabra concentración el argumento mágico que todo lo explica y no explica nada. También distinguen un fútbol 'moderno' de otro 'antiguo' asociando moderno a bueno y antiguo a malo. Con el mismo razonamiento no habría que leer "El Quijote", porque es muy antiguo. Dicen que ahora hay un fútbol 'físico' como si alguien hubiera suprimido la pelota. En fin, decenas de palabras vacías que nos van alejando poco a poco del contenido del fútbol, a la vez tan complicado y tan sencillo. Más o menos como el amor, ¿o no?
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