Leonel Messi es la gambeta. Sergio Agüero la inspiración. Messi gana por habilidad, Agüero porque sorprende. Los dos están abonados a la genialidad que desconcierta y los dos desarman cualquier sistema defensivo.
Messi lleva la pelota atada al pie izquierdo a una velocidad inconcebible sin que se le desvíe ni un milímetro.
Agüero es de gambeta corta dentro del área y el disparo al lugar inesperado.
Messi recorre más trayecto, abarca más espacio y siempre apunta al corazón.
Agüero juega más centrado en la zona de definición y se las ingenia para esconderse en la multitud y aparecer donde haya un hueco.
Los dos son pequeños, pero potentes, y es difícil derribarlos en el cuerpo a cuerpo. Y mucho más difícil intimidarlos.
El aprendizaje
Messi, que era pura gambeta, aprendió a tocar en zonas de distracción. Agüero a mostrarse en espacios libres para recibir, y a no jugar de espaldas a la portería.
Los dos acaban de empezar y ya son referencias mundiales. Los dos son atrevidos para hacer lo que sienten y, como se divierten, les resbala la presión del entorno. Los dos significan la alegría del fútbol. Si queremos buscarles parecidos, digamos que Messi es la imagen que devuelve el espejo de Maradona y --como dijo Menotti-- Agüero recuerda a Romario.
Los inventores
Pero, en realidad, tanto Messi como Agüero vuelven a inventar el fútbol en cada partido. Los dos desmienten que para ganar haya que sufrir.
Los dos hacen del fútbol un generador de ilusiones. Los dos son una promesa de felicidad.
Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 11 de febrero de 2008
Messi lleva la pelota atada al pie izquierdo a una velocidad inconcebible sin que se le desvíe ni un milímetro.
Agüero es de gambeta corta dentro del área y el disparo al lugar inesperado.
Messi recorre más trayecto, abarca más espacio y siempre apunta al corazón.
Agüero juega más centrado en la zona de definición y se las ingenia para esconderse en la multitud y aparecer donde haya un hueco.
Los dos son pequeños, pero potentes, y es difícil derribarlos en el cuerpo a cuerpo. Y mucho más difícil intimidarlos.
El aprendizaje
Messi, que era pura gambeta, aprendió a tocar en zonas de distracción. Agüero a mostrarse en espacios libres para recibir, y a no jugar de espaldas a la portería.
Los dos acaban de empezar y ya son referencias mundiales. Los dos son atrevidos para hacer lo que sienten y, como se divierten, les resbala la presión del entorno. Los dos significan la alegría del fútbol. Si queremos buscarles parecidos, digamos que Messi es la imagen que devuelve el espejo de Maradona y --como dijo Menotti-- Agüero recuerda a Romario.
Los inventores
Pero, en realidad, tanto Messi como Agüero vuelven a inventar el fútbol en cada partido. Los dos desmienten que para ganar haya que sufrir.
Los dos hacen del fútbol un generador de ilusiones. Los dos son una promesa de felicidad.
Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 11 de febrero de 2008
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