El hábil e imprevisible delantero argentino acaba de recibir una distinción de parte de la revista italiana "Tuttosport". Fue declarado el 'Golden Boy' que es algo así como el mejor Sub 21 del mundo. Dejando de lado que no entienda por qué una publicación italiana otorgue un premio en inglés, no hace otra cosa que reflejar la admiración que provoca el 'Kun' en Europa.
A mí me parece que es una buena lección para todos los jugadores sudamericanos. Agüero no perdió ni un ápice de su manera de jugar. Sigue siendo el mismo que apareció en Independiente de Avellaneda. Ni siquiera la incomprensión de la mayoría, en sus inicios europeos, hizo que cambiara lo más mínimo.
En España el gusto generalizado se inclina por los delanteros altos, robustos, que se estacionan entre los centrales y piden la pelota por arriba para aguantarla o bien servir de referencia para la famosa 'segunda jugada'.
Por eso, en principio, los jugadores pequeños y escurridizos son puestos bajo sospecha. Mas todavía si juegan por inspiración; es decir, no son de participación permanente. A este tipo de jugadores hay que saber esperarlos y la paciencia no es una característica del fútbol de la inmediatez que vivimos.
Agüero tenia 17 años cuando llegó al Atlético de Madrid, pero a nadie le importó que estuviera en el inicio de un proceso de aprendizaje, interrumpido bruscamente por la ansiedad del negocio y la publicidad excesiva para justificar el gasto. Fue presentado como un crack consumado cuando apenas iniciaba el camino. La urgencia y el poco conocimiento del juego que predomina fueron severos con los primeros desaciertos del 'Kun'. Y sus críticos fueron los mismos que ahora se apresuran a señalarlo como el enésimo sucesor de Maradona.
Lo cierto es que además de su talento, Agüero tiene una gran personalidad y en poco tiempo descubrió cómo ganarse un espacio para recibir, fue imponiendo su clase, su gambeta corta, su capacidad para tirar o devolver paredes en centímetros, su oportunismo para el gol, su disparo preciso y hasta su viveza para ganar de cabeza pese a ser de baja estatura.
Algunos insisten en que el fútbol moderno es un fútbol predominantemente físico. Pero resulta que ni entre Agüero ni Messi, el otro motivo de asombro de la actualidad, llegan al metro ochenta.
Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 10 de diciembre de 2007
A mí me parece que es una buena lección para todos los jugadores sudamericanos. Agüero no perdió ni un ápice de su manera de jugar. Sigue siendo el mismo que apareció en Independiente de Avellaneda. Ni siquiera la incomprensión de la mayoría, en sus inicios europeos, hizo que cambiara lo más mínimo.
En España el gusto generalizado se inclina por los delanteros altos, robustos, que se estacionan entre los centrales y piden la pelota por arriba para aguantarla o bien servir de referencia para la famosa 'segunda jugada'.
Por eso, en principio, los jugadores pequeños y escurridizos son puestos bajo sospecha. Mas todavía si juegan por inspiración; es decir, no son de participación permanente. A este tipo de jugadores hay que saber esperarlos y la paciencia no es una característica del fútbol de la inmediatez que vivimos.
Agüero tenia 17 años cuando llegó al Atlético de Madrid, pero a nadie le importó que estuviera en el inicio de un proceso de aprendizaje, interrumpido bruscamente por la ansiedad del negocio y la publicidad excesiva para justificar el gasto. Fue presentado como un crack consumado cuando apenas iniciaba el camino. La urgencia y el poco conocimiento del juego que predomina fueron severos con los primeros desaciertos del 'Kun'. Y sus críticos fueron los mismos que ahora se apresuran a señalarlo como el enésimo sucesor de Maradona.
Lo cierto es que además de su talento, Agüero tiene una gran personalidad y en poco tiempo descubrió cómo ganarse un espacio para recibir, fue imponiendo su clase, su gambeta corta, su capacidad para tirar o devolver paredes en centímetros, su oportunismo para el gol, su disparo preciso y hasta su viveza para ganar de cabeza pese a ser de baja estatura.
Algunos insisten en que el fútbol moderno es un fútbol predominantemente físico. Pero resulta que ni entre Agüero ni Messi, el otro motivo de asombro de la actualidad, llegan al metro ochenta.
Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 10 de diciembre de 2007
1 comment:
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