El fútbol vive actualmente una paradoja significativa. Hay jugadores que de ser la manija deseada por todos los equipos, pasaron a ser una molestia inconfesada. Hablo de los enganches, de los "10" antiguos. Aquellos de cuyo talento disfrutábamos todos, y especialmente los goleadores que siempre se encontraban con la pelota picando mano a mano con el arquero rival.
Hablo de Riquelme, Guti, Aimar, De La Peña y tantos otros no tan conocidos aunque del mismo modo desplazados por la moda del doble "5" o doble pivote como los llaman en España. Es decir, la presencia de dos volantes de contención. Hasta Zidane tuvo que jugar desde un costado por el atropello de la nueva táctica. Pero digámoslo sin eufemismos, no se trata de una nueva táctica sino del miedo táctico. Una de las características más notables y perjudiciales de este fútbol temeroso, es tratar de evitar los riesgos. Y jugar, naturalmente, implica arriesgar. Preparan a los jugadores para eludir el riesgo de jugar, cuando tendrían que hacerlo para que asuman ese riesgo con las mayores garantías. Evidentemente, nunca se pueden tener todas las garantías para lograr el triunfo. No hay recetas para ganar. Tampoco tienen asegurado el éxito quienes abruman a sus jugadores con innumerables prohibiciones: no hagas esto, cuidado con aquello, etcétera.
Lo único que garantiza este exceso de precaución es el aburrimiento. Claro que no se trata de no afrontar responsabilidades. Para divertirse, en el fútbol, hay que ser serio. Jugar bien es mucho más exigente que vivir de los pelotazos largos a ver qué pasa. La paradoja del fútbol consiste en que cuando los entrenadores del miedo tienen en sus equipos a esos talentos, no saben qué hacer con ellos. Son un problema. Pero si los tienen de rivales, no saben cómo hacer para marcarlos. También son un problema. Curioso ¿no?
Se han perdido en el recuerdo los "wines", los punteros. Otro tanto ocurrió con el tradicional volante central, el distribuidor del juego y ayudante de los centrales a la hora de defender. Y como consecuencia de eso, están desapareciendo los enganches, los "10" de antes. ¿El fútbol es un juego, o era un juego? Los dejo con esa pregunta.
Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 3 de diciembre de 2007
Hablo de Riquelme, Guti, Aimar, De La Peña y tantos otros no tan conocidos aunque del mismo modo desplazados por la moda del doble "5" o doble pivote como los llaman en España. Es decir, la presencia de dos volantes de contención. Hasta Zidane tuvo que jugar desde un costado por el atropello de la nueva táctica. Pero digámoslo sin eufemismos, no se trata de una nueva táctica sino del miedo táctico. Una de las características más notables y perjudiciales de este fútbol temeroso, es tratar de evitar los riesgos. Y jugar, naturalmente, implica arriesgar. Preparan a los jugadores para eludir el riesgo de jugar, cuando tendrían que hacerlo para que asuman ese riesgo con las mayores garantías. Evidentemente, nunca se pueden tener todas las garantías para lograr el triunfo. No hay recetas para ganar. Tampoco tienen asegurado el éxito quienes abruman a sus jugadores con innumerables prohibiciones: no hagas esto, cuidado con aquello, etcétera.
Lo único que garantiza este exceso de precaución es el aburrimiento. Claro que no se trata de no afrontar responsabilidades. Para divertirse, en el fútbol, hay que ser serio. Jugar bien es mucho más exigente que vivir de los pelotazos largos a ver qué pasa. La paradoja del fútbol consiste en que cuando los entrenadores del miedo tienen en sus equipos a esos talentos, no saben qué hacer con ellos. Son un problema. Pero si los tienen de rivales, no saben cómo hacer para marcarlos. También son un problema. Curioso ¿no?
Se han perdido en el recuerdo los "wines", los punteros. Otro tanto ocurrió con el tradicional volante central, el distribuidor del juego y ayudante de los centrales a la hora de defender. Y como consecuencia de eso, están desapareciendo los enganches, los "10" de antes. ¿El fútbol es un juego, o era un juego? Los dejo con esa pregunta.
Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 3 de diciembre de 2007
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