Para jugar bien al fútbol se necesita conocer los conceptos y ser atrevido.
"Hemos jugado así", dijo Luis Fernández entrenador del Betis después de que su equipo empatara con el Atlético de Madrid de visitante, "porque en los tiempos que corren los puntos son muy importantes". El Betis hizo en ese partido un planteamiento táctico exclusivamente defensivo, dejando al azar de algún contragolpe afortunado la posibilidad de llegar al arco contrario.
Soy respetuoso de cualquier planteamiento que presenten los equipos, porque entiendo que cada cual tiene derecho a jugar de la manera que más le plazca o le convenga. No obstante, y como cualquier aficionado, me reservo asimismo el derecho de discrepar y alentar, en la medida de mis posibilidades, otro fútbol que además de defender también se ocupe de atacar. Pero no es este el caso ahora. Sucede que Luis Fernández no hizo otra cosa que apelar a un preconcepto muy generalizado que divide al fútbol en antiguo y moderno y le otorga a la antigüedad el privilegio del juego alegre, porque era la hora del romanticismo. En cambio se admite sin reproches que actualmente las necesidades económicas del negocio montado alrededor del juego prohíbe implícitamente aquellos desvaríos estéticos.
En otras palabras, esta sería la época del realismo resultadista. Todo este argumento justificador del mal juego, se derrumba irremediablemente si sabemos que jamás existió el romanticismo entendido como despreocupación del resultado. Que hasta en el barrio ganar era lo más importante, y lo sigue siendo por supuesto. Que en el fútbol, igual que en el arte, no hay progreso y por eso no se trata de clasificarlo como antiguo o moderno, sino, simplemente, bueno o malo. No por antigua la película "Casablanca" es mala ni por moderna "Rocky V" es buena. Para jugar bien al fútbol se necesita, además de la calidad que cada jugador trae de la cuna, conocimiento del juego y atrevimiento. Un equipo no se prepara para suprimir los riesgos que significa jugar, sino para asumirlos de la mejor manera. Que sigan jugando como quieran, allá cada cual, pero que no traten de hacernos creer lo que no es.
Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 7 de mayo de 2007
"Hemos jugado así", dijo Luis Fernández entrenador del Betis después de que su equipo empatara con el Atlético de Madrid de visitante, "porque en los tiempos que corren los puntos son muy importantes". El Betis hizo en ese partido un planteamiento táctico exclusivamente defensivo, dejando al azar de algún contragolpe afortunado la posibilidad de llegar al arco contrario.
Soy respetuoso de cualquier planteamiento que presenten los equipos, porque entiendo que cada cual tiene derecho a jugar de la manera que más le plazca o le convenga. No obstante, y como cualquier aficionado, me reservo asimismo el derecho de discrepar y alentar, en la medida de mis posibilidades, otro fútbol que además de defender también se ocupe de atacar. Pero no es este el caso ahora. Sucede que Luis Fernández no hizo otra cosa que apelar a un preconcepto muy generalizado que divide al fútbol en antiguo y moderno y le otorga a la antigüedad el privilegio del juego alegre, porque era la hora del romanticismo. En cambio se admite sin reproches que actualmente las necesidades económicas del negocio montado alrededor del juego prohíbe implícitamente aquellos desvaríos estéticos.
En otras palabras, esta sería la época del realismo resultadista. Todo este argumento justificador del mal juego, se derrumba irremediablemente si sabemos que jamás existió el romanticismo entendido como despreocupación del resultado. Que hasta en el barrio ganar era lo más importante, y lo sigue siendo por supuesto. Que en el fútbol, igual que en el arte, no hay progreso y por eso no se trata de clasificarlo como antiguo o moderno, sino, simplemente, bueno o malo. No por antigua la película "Casablanca" es mala ni por moderna "Rocky V" es buena. Para jugar bien al fútbol se necesita, además de la calidad que cada jugador trae de la cuna, conocimiento del juego y atrevimiento. Un equipo no se prepara para suprimir los riesgos que significa jugar, sino para asumirlos de la mejor manera. Que sigan jugando como quieran, allá cada cual, pero que no traten de hacernos creer lo que no es.
Ángel Cappa en el diario El Comercio (Perú) - 7 de mayo de 2007
1 comment:
Muchas gracias por publicar todos los lunes la columna de opinión del querido Angel. Un placer cada semana!. Saludos!
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