Lo dan todo. Con una entrega tan generosa que es imposible no conmoverse. Dejan de lo que tienen en cada pelota dividida, en cada salto, en cada carrera. El esfuerzo es máximo. Juegan con un espejo enfrente donde ven su propia imagen con otra camiseta. Hasta ahí estamos en presencia de un espectáculo vibrante. Tan vibrante como plano. Se enfrentan Liverpool y Chelsea. El talento es un intruso que se cuela de vez en cuando en alguna jugada individual, o en alguna asociación aislada. Mucha lucha en el medio de la cancha, pierna fuerte, carácter firme. Intentan ganar un mínimo espacio para meter un pelotazo largo a Drogba o Torres, y a buscar el rebote. Y lo buscan en serio. Llegan y también lo disputan en serio. Nadie mira ni se acomoda. Todos corren y mucho. Tal vez por eso no tienen tiempo de jugar. Es que a tanta velocidad, con tanto vigor, es dificilísimo tener precisión. A veces lo logran y sale una jugada electrizante.
Hay que admitir que aguantarlos, para los rivales, es dificil porque lo que hacen lo hacen con absoluta decisión y convicción. También viven del error. Si sorprenden al adversario mal parado, si alguien resbala, o falla en un despeje, salen en contragolpe a velocidad de vértigo. Y llegan con muchos jugadores. Son contragolpes fulminantes. Si estàs tomando un café, por ejemplo, y desviaste la vista para un sorbo, te lo pierdes seguro.
Así son el Liverpool y el Chelsea y así jugaron esta semifinal. Abonados a la intensidad, alejados del buen fùtbol, del toque, de la elaboraciòn, de las paredes, de las gambetas, de la creación. La pelota va y viene sin pausas. El gol suele resultar o de una jugada individual, o de la fortuna que también juega.
El resultado final tiene mucho de casualidad. Aunque es cierto también que dentro de esta tónica, el Chelsea fue mejor. Tuvo más iniciativa y yo creo que mereció el triunfo. Ahora enfrentará al Manchester United que hasta estos últimos partidos de la Copa de Europa, tenía una filosofìa diferente. Ahora también tengo dudas, pero seguro que será una final para no perdersela. Simplificando, dirìamos que será algo asì como el músculo frente al talento.
Ángel Cappa para Marca (España) - 1° de mayo de 2008
Hay que admitir que aguantarlos, para los rivales, es dificil porque lo que hacen lo hacen con absoluta decisión y convicción. También viven del error. Si sorprenden al adversario mal parado, si alguien resbala, o falla en un despeje, salen en contragolpe a velocidad de vértigo. Y llegan con muchos jugadores. Son contragolpes fulminantes. Si estàs tomando un café, por ejemplo, y desviaste la vista para un sorbo, te lo pierdes seguro.
Así son el Liverpool y el Chelsea y así jugaron esta semifinal. Abonados a la intensidad, alejados del buen fùtbol, del toque, de la elaboraciòn, de las paredes, de las gambetas, de la creación. La pelota va y viene sin pausas. El gol suele resultar o de una jugada individual, o de la fortuna que también juega.
El resultado final tiene mucho de casualidad. Aunque es cierto también que dentro de esta tónica, el Chelsea fue mejor. Tuvo más iniciativa y yo creo que mereció el triunfo. Ahora enfrentará al Manchester United que hasta estos últimos partidos de la Copa de Europa, tenía una filosofìa diferente. Ahora también tengo dudas, pero seguro que será una final para no perdersela. Simplificando, dirìamos que será algo asì como el músculo frente al talento.
Ángel Cappa para Marca (España) - 1° de mayo de 2008
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