Sunday, February 25, 2007

La personalidad de un crack


Todavía quedan en mis oídos algunos ecos débiles de los silbidos de impaciencia que alguna vez el Bernabéu, como a tantos otros jugadores de sus mejores afectos, le brindó a Redondo, al que comprendió mucho después. Y también me acuerdo de algunas discusiones encendidas cuando casi todos dudaban de su fútbol.

El único que parecía inalterable en aquellos días de polémicas y sospechas era él. Inclusive atravesó lesiones de cierta importancia, de las que poco menos que lo hacían culpable por su estilo, con el ánimo intacto. Tenía un propósito desde que apareció en una cancha en Argentina y nada ni nadie (ni siquiera algún técnico que llegó al Madrid con la intención de borrarlo) fue capaz de apartarlo.

Quería ser el mejor. Y esa vanidad de la que habla Perfumo «sin la cual es imposible», dice, «ser jugador de fútbol», lo llevó a ser el mejor y al reconocimiento unánime del madridismo, que ya le había reservado el sitio que ocupan los grandes mitos de su historia. Ganó los títulos que su calidad merecía, pero ganó algo mucho más importante y difícil: el cariño del madridismo y el respeto de todo el mundo futbolístico. Ahora se va y quizá sea el mejor momento para hacerlo si es que así debía ser, porque ahora es indiscutible y así quedará para siempre en el Real Madrid. Sin él, el equipo no será el mismo porque le faltará la personalidad indestructible que le aporta, el talento para armar el juego, la referencia en los momentos difíciles, la alegría de su fútbol bonito y efectivo.

Es un profesional incuestionable que nunca perdió la esencia del potrero de su barrio, que nunca deja de jugar y que agiganta su figura y su importancia en los partidos y los momentos decisivos. De los muchos buenos jugadores argentinos que andan por el mundo es, posiblemente, el más argentino de todos en cuanto a la defensa de un estilo, y el que con más naturalidad se adaptó a las exigencias internacionales. El Real Madrid pierde a un crack, y a pesar de los precios escandalosos que se pagan por cualquier buen jugador, no es fácil encontrar un crack de verdad como Redondo. Si me permiten, yo me quedo con un caño que en un partido oficial le hizo a un rival, muy cerca del banquillo, y que después, en privado, me lo dedicó: «Para que lo disfrute», me dijo.

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