Thursday, January 31, 2008

¿Laboratorio o inspiración?

Es curioso cómo en el fútbol todo lo que tenga aroma de laboratorio y de trabajo seduce mucho más que aquello que sugiere talento e imaginación. Por supuesto el fútbol es una mezcla armoniosa de arte y ciencia, razón y pasión, talento y esfuerzo, pero vaya uno a saber por qué motivo recóndito y misterioso el talento alarma, mientras que el esfuerzo es reconocido siempre, aun en el error.

Correr llena más que pensar, y eso que correr siempre es tan pernicioso como no hacerlo nunca, y en cambio pensar siempre es saludable en todo momento. Bien, digo todo esto porque una y otra vez, año tras año, se repiten tópicos que tienen que ver con el sudor y el trabajo, y peor aun, con la cantidad más que con la calidad.

Las jugadas a balón parado, para ir a lo concreto, tienen la virtud de remitir a una tarea constante de repetición. Se suponen muchas horas de insistencia para lograr el objetivo, y eso, también vaya uno a saber por qué, reconforta mucho más que si el gol de falta resulta de una ocurrencia del momento.

Víctor y Llorente, jugadores del Valladolid, de España, hicieron un gol de saque del medio, al inicio del partido. Muchos periodistas se apresuraron a otorgárselo a los "entrenadores modernos, que trabajan ese tipo de jugadas". Y sufrieron una cruel decepción, cuando ambos jugadores confesaron que se les había ocurrido en ese momento.

Y más todavía cuando el entrenador, mi amigo Mendilibar, declaró que nunca hubiera perdido un minuto de entrenamiento para ensayar esa jugada que sale una vez en un millón de veces. No digo que no haya que trabajar esas jugadas. Digo simplemente que no tienen la dimensión que quieren darle.

Al término de la primera rueda en la Liga Española, los goles a balón parado fueron algo menos del 15% de todos los goles. Entonces, ¿no es mejor ocupar el tiempo en preparar al equipo para que juegue mejor, en vez de estar horas lanzando tiros libres y córneres? Ese porcentaje, por otra parte, es el mismo de siempre. Tiene más o menos la misma antigüedad que el fútbol, por más que todos los años, sin excepción, digan que es fruto del fútbol moderno.

Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 28 de enero de 2008

Saturday, January 19, 2008

El último que apague la luz

En Bahía Blanca, Argentina, donde pasé las fiestas de fin de año, un lustrabotas hincha de Boca se quejaba con resignación y tristeza del vaciamiento permanente que sufre el fútbol argentino.

--Se fue Banega --me decía-- y ahora solo lo podremos ver por televisión.

Es ese el papel que juegan nuestros países, desde hace mucho tiempo: proveedores de talentos para los centros de poder mundial. No solo se van futbolistas, por cierto, sino también todos aquellos que no encuentran en su tierra un camino adecuado a sus sueños o necesidades.

Pero si hablamos de futbolistas, digamos que son aproximadamente 500 los que están fuera de Argentina (800 de Brasil), según los datos con que cuento. Y ocurre desde hace 30 años por lo menos. De modo que este éxodo incesante ha terminado por destruir prácticamente al fútbol argentino, con el agravante incomprensible de que, a pesar de las ventas multimillonarias, los clubes están casi todos en la ruina económica. No sé cómo funciona este despojo inconcebible, pero sí entiendo que se trata de un hecho que necesita una urgente aclaración y reparación.

Banega, el penúltimo en irse, tiene solo 19 años y apenas jugó un año en el primer equipo de Boca. Aterrizó en Valencia, un club que vive la que, posiblemente, sea su peor crisis en los últimos 20 años. Y como pagaron mucho por él le exigirán como si fuera un jugador consagrado, sin respetarle el proceso de aprendizaje que necesariamente tendrá que pasar. Una forma de hacerlo caminar por la cornisa, de donde se cayeron varias promesas de crack, como D'Alessandro, Aimar o Saviola, por ejemplo, quienes nunca volvieron a ser lo que fueron en Argentina. Vivieron circunstancias totalmente adversas para sus condiciones y quisieron adaptarse a una forma de jugar que no sentían. Casualmente o no, Argentina vive en la actualidad las consecuencias de otros saqueos producto del abuso de algunas multinacionales y la corrupción de gobiernos anteriores que vendieron el país. Se están terminando las reservas de gas y petróleo y no hay energía eléctrica para todos, además de soportar serios problemas con el agua.

--Se llevan todo --me decía el lustrabotas-- y ni el fútbol nos dejan disfrutar.

No supe qué decirle.

Ángel Cappa para El Comercio (Perú) - 14 de enero de 2008